Los duendes son seres sobrenaturales, que al igual que las hadas, se consideran como invisibles para el mundo real pero no para el mundo feerico. Su estatura puede variar desde los treinta centímetros, hasta el metro y medio de altura, y es aquí, donde representa una diferencia con las hadas.Normalmente, se ha comentado de ellos que suelen ayudar al hombre en las tareas tanto domésticas como las realizadas en el campo, a cambio de un poco de comida.
Estos «elementales» se caracterizan por su mal humor en determinadas ocasiones y por la facilidad que tienen para adoptar una cierta postura despectiva y «hostiles» cuando se sienten ofendidos por algo.
Además tienen, por entero, aspecto humano, y como factor característico son revoltosos y graciosos, tomando como una de sus mayores aficiones el molestar y reírse de las personas que se encuentran plácidamente durmiendo por la noche, momento en el que se dejan ver. Pero aunque les guste la «vida divertida» estos
pequeñitos seres pueden llegar a ser buenos ayudantes para la realización de cualquier tarea.
Al igual que las hadas, pueden pertenecer a cada elemento de la tierra: agua, aire, tierra y fuego… desempeñando distintas funciones según a la jerarquía que pertenezcan. Con todo ello, y aunque se den diversas procedencias acerca de sus vidas y «formas de ser», la mayoría de los autores coinciden en apuntar que son seres muy, muy sabios e inteligentes…
Los duendes son seres pequeñitos, traviesos, astutos, de agilidad prodigiosa, de inteligencia superior y en extremo burlones. Aparentemente, con sus actos y hechos sencillos, son inofensivos. Pero una cosa es oir relatar las travesuras y jugarretas de los duendes, y reírse a carcajadas con el relato; y otra, es ser víctima o blanco de su puntería, tema o tirria.
Por lo general no se dan a ver de la gente. Hacen sus torerías como seres invisibles, y la persona o personas perjudicadas, solamente escuchan los ruidos o palpan los daños. Algunos han oído las risitas de los duendecillos, después que acaban de hacer algún entuerto.
Como se expresó, estos seres burlones ejecutan actos sencillos, pero pertinaces y hostigadores.
La mayoría de las veces les da por dejar caer «lluvias de piedras, terrones, trozos de ladrillo, etc». durante horas enteras y con frecuencia, durante varios dias consecutivos, sobre los patios y corredores de las casas. Sus habitantes, al sentirse así acosados, se desasosiegan y aterrorizan; y al cabo de cierto tiempo, optan por abandonarlas. Pero algunas veces los duendes siguen a los huyones.
Bastián Espinoza
Fuente: www.galeon.com