Archivo por días: diciembre 2, 2007

POR LA PAZ DEL MUNDO


 

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¿CUÁL ES LA MÁS IMPORTANTE CONTRIBUCIÓN HACIA LA PAZ QUE USTED PUEDE HACER EN ESTE MISMO MOMENTO?.

NO ES OTRA SINO QUE UNA PLEGARIA.
DEJE PENETRAR LO PROFUNDO DE LA PLEGARIA DENTRO DE SU CORAZÓN.
EL DESEO DE NUESTROS CORAZONES POR LA PAZ EN LA TIERRA LLEVARÁ AL MUNDO EN LA DIRECCIÓN CORRECTA ASPIRANDO POR LA PAZ.

NUNCA ANTES HAN SIDO TAN NECESARIAS NUESTRAS PLEGARIAS PARA LA OBTENCIÓN DE LA PAZ.
CUANDO ORAMOS, COMENZAMOS A VER LA LUZ, LA ESPERANZA Y LA ARMONÍA.
ELIMINAMOS LOS PENSAMIENTOS DE DISPUTAS, ODIOS Y LUCHA POR EL PODER DESDE LOS CORAZONES DE LA HUMANIDAD.
TRASCENDIENDO LOS LÍMITES DE RAZA, NACIONALIDADES E IDEOLOGÍAS, CUANDO ORAMOS DESDE EL FONDO DE NUESTROS CORAZONES HACEMOS QUE LA PAZ LLEGUE A LA TIERRA.DONDE QUIERA USTED SE ENCUENTRE, LA PLEGARIA PUEDE SER HECHA EN ESTE MISMO MOMENTO PARA BENEFICIO DE LA HUMANIDAD Y DE TODOS LOS SERES VIVOS.

Masami Saionji 

Fuente: www.pazmundial.com

OBSTACULOS – Jorge Bucay


 

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nearthelake.gif    Este texto que reproduzco aquí no es en realidad un cuento, sino más bien una meditación guiada, diseñada en forma de ensueño dirigido, para explorar las verdaderas razones de algunos de nuestros fracasos. Me permito sugerirte que lo leas lentamente, intentando detenerte unos instantes en cada frase, visualizándote en cada situación.

Voy andando por un sendero.

Dejo que mis pies me lleven.

Mis ojos se posan en los árboles, 

en los pájaros, en las piedras.

En el horizonte se recorta la silueta de una ciudad.

Agudizo la mirada para distinguirla bien.

Siento que la ciudad me atrae.

Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta ciudad puedo encontrar todo lo que deseo.Todas mis metas, mis objetivos y mis logros.

Mis ambiciones y mis sueños están en esa ciudad.

Lo que quiero conseguir, lo que necesito, lo que más me

gustaría ser, aquello a lo cual aspiro, lo que intento,

por lo que trabajo, lo que siempre ambicioné, aquello

que sería el mayor de mis éxitos.

Me imagino que todo eso está en esa ciudad.

  Sin dudar, empiezo a caminar hacia ella.

  A poco de andar, el sendero se hace cuesta arriba.

  Me canso un poco, pero no importa.

  Sigo.

  Diviso una sombra negra, más adelante, en el camino.

  Al acercarme, veo que una enorme zanja me impide mi paso.

  Temo… dudo.

  Me enoja que mi meta no pueda conseguirse fácilmente. 

  De todas maneras decido saltar la zanja. Retrocedo,

 tomo impulso y salto…

  Consigo pasarla.

  Me repongo y sigo caminando.

  Unos metros más adelante, aparece otra zanja.

  Vuelvo a tomar carrera y también la salto.

  Corro hacia la ciudad: el camino parece despejado.

  Me sorprende un abismo que detiene mi camino.

  Me detengo. Imposible saltarlo

  Veo que a un costado hay maderas, clavos y herramientas. 

  Me doy cuenta de que está allí para construir un puente. 

  Nunca he sido hábil con mis manos.

  … Pienso en renunciar.

  Miro la meta que deseo… y resisto.

  Empiezo a construir el puente.

  Pasan horas, o días, o meses.

  El puente está hecho.

  Emocionado, lo cruzo.

  Y al llegar al otro lado… descubro el muro.

  Un gigantesco muro frío y húmedo rodea la ciudad de mis sueños…

  Me siento abatido…

  Busco la manera de esquivarlo.

  No hay caso.

  debo escalarlo.

  La ciudad está tan cerca…

  No dejaré que el muro impida mi paso.

  Me propongo trepar.

  Descanso unos minutos y tomo aire…

  De pronto veo,

  a un costado del camino,

  un niño que me mira como si me conociera.

  Me sonríe con complicidad.

  Me recuerda a mí mismo… cuando era niño.

  Quizás por eso, me animo a expresar en voz alta mi queja:

  – ¿Por qué tantos obstáculos entre mi objetivo y yo?

  El niño se encoge de hombros y me contesta:

  – ¿Por qué me lo preguntas a mí?

  Los obstáculos no estaban antes de que tú llegaras…

   Los obstáculos los trajiste tú.

Tomado del libro: «Cuentos para pensar»