
Quien sabe si los pájaros tienen alma como los demás. El mío, a pesar de estar encerrado en su jaula hace más de doce años, viejo y medio ciego, lo que tiene es el mérito de no haber enloquecido, y el don de la paciencia.
A veces me quedo mirándole, le observo, como queriéndome meter en su pensamiento en el que me refleja una gran soledad. Me le imagino pensando, si es que se pregunta que hace aquí, en esta vida diminuta, en el mismo lugar de siempre mirando por la ventana, en una interminable espera hacia la nada.
¿Estará triste o alegre…? Yo creo que nos observamos mutuamente y, me llena de curiosidad, me contagia fácilmente, su alegría o su tristeza.
Las tardes de otoño son muy proclives a la melancolía. No hay más que acompañarlas con buenos adagios de música y, lo de la tristeza del romanticismo, no es más que la poesía que surge, un tanto provocada. Sentir como una pena profunda, es algo humano y natural que uno recuerda desde pequeño. Algo así como que el tiempo es una apariencia que no existe, como si la mayor parte de nuestros años se hubieran pasado en balde. Un largo sueño del que aún no hemos despertado, y quizá poder sentir un buen día, que todavía está esperándonos nuestra madre que nos regaña, porque nos mandó a un recado de pequeños y, hemos tardado mucho en volver.
El Pájaro solitario me acompaña en esta reflexión, que mucha gente también se hará de vez en cuando. La memoria es como un cuarto oscuro, en que la niñez tan cercana te deja ver recuerdos casi olvidados. Imágenes fugaces de un ayer irreversible, como huellas que vamos dejando en nuestra vida.
Yo no se si el Canario pensará o no, pero en su discurrir encerrado como un prisionero, hay veces que te contagia su alegría de vivir y, no se por que. Quizá el misterio es que cuando podía cantar lo hacia para alegrar el mundo. Ahora tan viejo, solo es una mata de plumas amarillentas esperando la muerte. Ya simplemente espera el alpiste y, alguna golosina para seguir viviendo.
Los pájaros se mueren sin que apenas nos demos cuenta, cuando dejan de cantar han dejado de cumplir su cometido social. Vivir o morir de un pájaro, como otro ser cualquiera, solo es cuestión de cerrar los ojos pasando al silencio eterno.
Le contemplo en esa delgada línea del existir o no, pasándole los días como ráfagas de luz, inmóvil y mudo en su palo. Si ya es ciego tampoco ve los besos que le damos en su interminable noche.
El recuerdo de su cántico, que tanto alegró a mi madre, ahora apenas le quedan fuerzas para atusarse sus alas blanquecinas. Juntos estos años hemos entablado un diálogo con mucho amor. ¡Oh pájaro! que ya solo escucho el latir de tus entrañas en tu vuelo imaginario.
P.D.
Hoy 26 de Mayo a las 17 h, mientras yo estaba cantando con la garganta rota, en mí barrio, (Castilla-Hermida, Santander) frente a la ventana donde él ha cantado tanto tiempo, ha muerto, dándome su adiós.
Ahora miles de pájaros le cantan, entre sus ramas, en el parque de la Marga.
Jacinto Herreras Martín
Querido amigo escritor, tu pájaro Jamás estuvo solo…te tuvo siempre a vos y a los tuyos mirándolo y complaciéndolo.
La vejez es natural…y el pasar…también es Natural.
Le regalo el más bello jardín soñado para que pueda en su Nueva vida disfrutar de la Libertad.
Un beso de Sol para vos y los tuyos .
Susu