Archivo por meses: febrero 2008

«En honor a tu gran humanidad»


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Dejá  todo lo que estás haciendo. Te aguarda una bella sorpresa. ¿Estás preparado? Estas palabras impregnarán tu espíritu para que sientas el calor y el amor de los que no ves, pero sabés que te acompañan. Lo visible y lo invisible celebran este encuentro. Hoy serás homenajeado por aquellos que te aman. Bienvenido a la fiesta, tu propia fiesta. Este es un reconocimiento sincero, que la existencia te brinda, en honor a tu gran humanidad.
¿Sentís la alegría que te rodea? Energías de mil formas y colores aplauden tu lealtad a la Luz. Ellos saben de tu pesar. Permitiles que te eleven, para que tu ser relumbre con la gracia del vuelo sagrado. Abrí tus brazos. Tu corazón quiere bailar esta música celestial que suena. Invitá también a tu mente a que disfrute del festejo y se olvide de los problemas. ¿Sos consciene de cuánto se te aprecia? Esta es sólo una pequeña muestra.
Las imágenes que estás visualizando son reales. Tus seres queridos también están presentes. Es un momento mágico. Abrazalos. Deciles cuánto los valorás. Los ángeles se toman de la mano para hacerles una ronda luminosa. Este instante sublime, de emoción y felicidad, quedará inmortalizado en tu alma como una gran coronación, donde quienes te aman se congregaron para darte claras muestras de apoyo y gratitud por tu ferviente tarea.
Esta es la fuerza que pulsa la llama de la fe y aviva la esperanza. Dejá que te envuelva. Que el brillo de la nueva túnica que ahora estás recibiendo te recuerde, por siempre, que nunca estás solo. Cada vez que te sientas triste y abatido, acariciá su delicada tela. Fue creada con hebras cósmicas, de luz sutil, que transmiten la frecuencia sabia y amorosa del Hogar, para que sigas avanzando en tu camino dorado de ascensión al cielo.
Hoy saldrás a la calle con una actitud vigorosa. Sentirás el fuego divino latiendo en tu interior. Habrá armonía en tu corazón y un hermoso fulgor en tu limpia mirada. Caminarás con la certeza de aquellos que se saben amados y cuidados tiernamente. Sin importar lo que piensen los demás, sonreirás al recordar este sentido homenaje que te hizo la existencia, por amor, en honor a tu gran humanidad.
Por Julio Andrés Pagano

Media cobija


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Don Roque era ya un anciano cuando murió su esposa, durante largos años había trabajado con ahínco para sacar adelante a su familia.
    Su mayor deseo era ver a su hijo convertido en un hombre de bien, respetado por los demás, ya que para lograrlo dedicó su vida y su escasa fortuna.

    A los 70 años Don Roque se encontraba sin fuerzas, sin esperanzas, solo y lleno de recuerdos.

    Esperaba que su hijo, brillante profesional, le ofreciera su apoyo y comprensión, pero veía pasar los días sin que este apareciera y decidió por primera vez en su vida pedir un favor a su hijo.

    Don Roque toco la puerta de la casa donde vivía su hijo con su familia.

    – Hola papá!
    – Que milagro que vienes por aquí!
    – Ya sabes que no me gusta molestarte, pero me siento muy solo, además estoy cansado y viejo.
    – Pues a nosotros, nos da mucho gusto que vengas a visitarnos, ya sabes que esta es tu casa.
    – Gracias hijo, sabía que podía contar contigo, pero temía ser un estorbo. Entonces, ¿no te molestaría que me quedara a vivir con ustedes? 
    – Me siento tan solo!.
    – ¿Quedarte a vivir aquí?, si….. claro…… pero no se si estarías a gusto, tú sabes, la casa es chica mi esposa es muy especial….. y luego los niños….
    – Mira hijo, si te causo muchas molestias olvídalo, no te preocupes por mí, alguien me tendera la mano.
    – No padre no es eso, solo que…. no se me ocurre donde podrías dormir.
No puedo sacar a nadie de su cuarto, mis hijos no me lo perdonarían…. o solo que no te moleste dormir en el patio…
    – Dormir en el patio está bien.

    El hijo de Don Roque llamó a su hijo Luis de 12 años.

    – Dime papá.
    – Mira tu abuelo se quedara a vivir con nosotros. Tráele una cobija para que se tape en la noche.
    – Si con gusto….. y ¿donde va a dormir?
    – En el patio, no quiere que nos incomodemos por su culpa.
    – Luis subió por la cobija, tomó unas tijeras y la cortó en dos.

     En ese momento llegó su padre.

    – ¿Que haces Luis? ¿Por que cortas la manta de tu abuelo?
    – Sabes papá, estaba pensando…..
    – Pensando ¿en qué?.
    –  En guardar la mitad de la cobija para cuando tú seas viejo y vayas a vivir a mi casa….
 
 
 
Contado por Jorge Bucay, en su programa de TV «El Buscador»

Deseos de Cosas Imposibles


La Oreja de Van Gogh Gira 2003

Igual que el mosquito más tonto de la manada
yo sigo tu luz aunque me llegue a morir
te sigo como le siguen los puntos finales
a todas las frases suicidas que buscan su fin.
Igual que el poeta que decide trabajar en un banco
seria posible que yo en el peor de los casos
le hiciera una llave de yudo a mi pobre corazón haciendo que firme llorando esta declaración.
Me callo porque es mas cómodo engañarse
me callo por que a ganado la razón al corazón
pero pase lo que pase y que otro me acompañe
en silencio te querré tan solo a tí.

Igual que el mendigo cree que el cine es un escaparate
igual que una flor resignada decora un despacho elegante
prometo llamarle amor mio al primero que no me haga daño
y reirse de un lujo que olvide cuando te haya olvidado.

Pero porque se espera como espera en una plaza de mayo
procuro tener el secreto manera no sea que por si acaso
un golpe de suerte algun dia quiera que te vuelva a ver
reduciendo estas palabras a un trozo de papel

Me callo por que es mas cómodo engañarse
me callo por que a ganado la razón al corazón
pero pase lo que pase y que otro me a compañe
en silencio te querre tan solo
me callo porque es mas comodo engañarseee
me callo porque a ganado la razón al corazón
pero pase lo que pase y que otro me acompañe
en silencio te querre, en silencio te amare, en silencio pensaré tan solo en ti.

Así es Ella


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Nada más paradójico que ser mujer…

Que piensa con el corazón, actúa por la emoción y vence por el amor.

Que experimenta miles de emociones en un solo día, y transmite cada una de ellas con una sola mirada.

Que anda buscando la perfección y vive tratando de buscar disculpas para los errores de aquellos a quienes ama.

Que hospeda en el vientre otras almas, los ofrece al mundo y después queda ciega, ante la belleza de los hijos que engendró.

Que da las alas y enseña a volar, pero no quiere verlos partir, aún sabiendo que no son su propiedad.

Que se arregla y perfuma la cama, aunque su amor no perciba más esos detalles.

Que como alquimista transforma en luz y sonrisas los dolores que siente en el alma, …solo para que nadie lo note, y aún tiene fuerzas para dar consuelo a quien se acerca a llorar sobre su hombro.

Felices aquellos que tan solo por un día sepan entender el alma de la mujer!

EL CUENTO DENTRO DEL CUENTO


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 Hacía meses que vivía asustado por terribles pensamientos de aniquilación que lo atormentaban… sobre todo en las noches.
Se acostaba temiendo no ver el amanecer del día siguiente y no conseguía dormirse hasta que el sol despuntaba, a veces apenas una hora antes de tener que levantarse para ir a su trabajo.
Cuando supo que El Iluminado pasaría la noche en las afueras del pueblo, se dió cuenta de que tenía en sus manos una oportunidad única, ya que no era frecuente que los viajeros pasaran, ni siquiera cerca, de este poblado perdido entre las montañas de Caldea.
La fama precedía al misterioso visitante, y aunque nadie lo había visto, se decía que el maestro tenía las respuestas a todas las preguntas. Por eso esa madrugada, sin que ninguno de su casa lo notara, lo fue a ver a la tienda que le habían avisado, había armado junto al río.
Cuando llegó, el sol recién había terminado de separarse del horizonte.
Encontró al Iluminado meditando.
Esperó respetuosamente unos minutos hasta que el maestro notó su presencia…
En ese momento, y como si lo estuviera esperando, giró hacia él y con una plácida expresión, lo miró a los ojos en silencio.- Maestro, ayúdame. – dijo el hombre – Pensamientos terribles asaltan mis noches y no tengo paz ni ánimo para descansar y disfrutar de las cosas que vivo. Dicen que tú lo resuelves todo. Ayúdame a escapar de esta angustia…El maestro sonrió y le dijo:- Te contaré un cuento:»… Un hombre rico mandó a su criado al mercado en busca de alimentos. Pero a poco de llegar allí, se cruzó con la muerte que lo miró fijamente a los ojos.
El criado empalideció del susto y salió corriendo dejando tras de sí las compras y la mula. Jadeando, llegó a casa de su amo:

– Amo, Amo!. Por favor, necesito un caballo y algo de dinero para salir ya mismo de la ciudad… Si salgo ya mismo quizás llegue a Tamur antes del anochecer… por favor amo, por favor…!

El señor le preguntó sobre el motivo de tan urgente pedido y el criado le contó a borbotones su encuentro con la muerte.
El dueño de casa pensó un instante y alargándole una bolsa de monedas le dijo:

– Bien, sea. Vete. Llévate el caballo negro que es el más veloz que tengo.

– Gracias amor – dijo el sirviente y, tras besarle las manos, corrió al establo, montó el caballo y partió velozmente hacia la ciudad de Tamur.

Cuando el sirviente se hubo perdido de vista, el acaudalado hombre caminó hacia el mercado buscando a la muerte.

– ¿Por qué asustaste a mi sirviente? – le preguntó en cuanto la vió.

– ¿Asustarlo yo? – preguntó la muerte.

– Sí – dijo el hombre rico – él me dijo que hoy se cruzó contigo y lo miraste amenazante.

– Yo no lo miré amenazante – dijo la muerte – lo miré sorprendida. No esperaba verlo aquí esta tarde, porque se supone que tengo que recogerlo en Tamur esta noche!!

– ¿Entiendes? – preguntó

– Claro que entiendo, maestro, intentar escapar de los malos pensamientos es salir a buscarlos.
Huir de la muerte es ir a su encuentro.

– Así es.

– Tengo tanto que agradecerte, maestro… – dijo el hombre – Siento que desde esta misma noche dormiré tan tranquilo recordando este cuento que me levantaré sereno casa mañana…

– Desde esta noche… – interrumpió el anciano – no habrá más mañanas.

– No entiendo – dijo el hombre.

– Entonces… no entendiste el cuento.

El hombre, sorprendido, miró al Iluminado
y vio que la expresión de su cara,
ya no era la misma…

Jorge Bucay- Cuentos para pensar

Poner límites: la fuerza de la verdad


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   Tardamos en hacerlo. Y como tardamos en hacerlo, el otro sigue. Y es lógico que así sea: la mayoría de quienes hoy somos adultos no hemos aprendido por crianza a no colaborar con el maltratador. Con demasiada frecuencia la buena persona sí sabe poner límites claros, pero sólo cuando se trata de cuidar o defender a otro. La solución es aprender a verse a sí mismo como si uno fuera un otro querido; sentirnos portadores de algo digno: el propio espíritu, nuestra Esencia.

    Si, como dicen antiguas Tradiciones, esa Esencia es una porción de lo Sagrado, necesita un buen guardián del templo, que no permita que nadie escupa en él. De allí puede surgir una justa in-dignación: “Yo no soy digno de ese trato. NO LO ACEPTO.” Esto implica un saneamiento radical del vínculo consigo: llegar a apreciarse tanto como amamos a quienes amamos. Uno lleva dentro de sí, como una madre en su vientre, a su Sí Mismo: ¿cómo no defender a esa criatura invisible que vamos gestando a lo largo de la vida? Somos nuestro propio niño al cual proteger. Cuando entonces decimos NO, estamos ejerciendo tres actos éticos:

1) defender la dignidad de nuestra esencia;

2) ayudarle al otro a que tenga la opción de no ser un maltratador;

3) renunciar a colaborar con el hecho de que exista un maltratador más, pues cada persona digna que no dice NO, sin quererlo fomenta que los maltratadores se multipliquen…

    Para poner un límite hay un eje trans-personal que alguien conoció muy bien: Gandhi. Él le llamaba por su antiguo nombre, que es Sathyagraha: “la fuerza de la Verdad”. Cuando nos asentamos allí para decir un NO firme y enérgico, su potencia puede ser arrolladora (ya sea que la ejerza un individuo o un país entero), pues tiene sus raíces en lo Invisible. Él mismo dijo: “La no cooperación con el mal es un deber sagrado.” No es cuestión de creencia: es cuestión de práctica. Escuchemos el fragmento de un poema de Armando Tejada Gómez (poeta argentino contemporáneo) que dice:

        

“Nunca más de rodillas,

nunca más a pedazos,

nunca más a la muerte

sin haber respirado.

Nunca más como topos,

nunca más acosados.

El hombre por sí mismo

hasta él mismo lanzado,

hasta su envergadura,

hasta el hombre soñado.

Nunca más a las armas,

nunca más al soldado.

Proyectarse hasta el otro,

hasta el mejor logrado.

Búscate por tu rostro,

lávate con mi canto.

Estoy en la esperanza.

Despertarás conmigo.

Con un pan y una estrella,

alumbrando los siglos.”

Fuente:http://pensamientosensible.blogspot.com

 

Pleito a la luz


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La oscuridad pensó que la luz cada día le estaba robando mayor terreno y entonces decidió ponerle un pleito. Así lo hizo y llegó el día fijado para el juicio. La luz llegó a la sala antes de que llegara la oscuridad. Allí estaba el juez y los respectivos abogados.

Esperaron y esperaron. La oscuridad estaba fuera de la sala, pero no se atrevió a entrar. Simplemente, no podía. Así que, pasado el tiempo, el juez falló a favor de la luz.

La luz es la Consciencia y la Sabiduría oscuridad; inconsciencia y error son ausencia de las otras; eso es todo. No tienen luz propia. Si desarrollas la consciencia, ¿cómo puede compartir el mismo espacio la incosnciencia? No puede, como no pudo la oscuridad entrar donde estaba la luz.

Fuente: el Portal Espiritual