Archivo por días: marzo 12, 2008

LEYENDA DEL ATRAPASUEÑOS


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Hace mucho tiempo cuando el mundo era joven, un viejo líder espiritual Lakota estaba en una montaña alta y tuvo una visión. En esta visión Iktomi, el gran maestro bromista de la sabiduría apareció en la forma de una araña. Iktomi le hablo en un lenguaje sagrado, que solo los líderes espirituales de los Lakotas podían entender.

Mientras le hablaba Iktomi, la araña tomo un aro de sauce, el de mayor edad, también tenia plumas, pelo de caballo, cuentas y ofrendas y empezó a tejer una telaraña.

Él habla con el anciano acerca de los círculos de la vida, de como empezamos la vida como bebes y crecemos a la niñez y después a la edad adulta, finalmente nosotros vamos a la ancianidad, donde nosotros debemos ser cuidadosos como cuando éramos bebes completando el circulo.

Pero Iktomi dijo mientras continuaba tejiendo su red, en cada tiempo de la vida hay muchas fuerzas, algunas buenas otras malas, si te encuentras en las buenas fuerzas ellas te guiaran en la dirección correcta. Pero si tu escuchas a las fuerzas malas, ellas te lastimarán y te guiarán en la dirección equivocada.

Él continuó, ahí hay muchas fuerzas y diferentes direcciones y pueden ayudar a interferir con la armonía de la naturaleza.
También con el gran espíritu y sus maravillosas enseñanzas.
Mientras la araña hablaba continuaba entretejiendo su telaraña, empezando de afuera y trabajando hacia el centro.

Cuando Iktomi terminó de hablar, le dio al anciano Lakota, la red y le dijo: ve la telaraña es un círculo perfecto, pero en el centro hay un agujero, usa la telaraña para ayudarte a ti mismo y a tu gente, para alcanzar tus metas y hacer buen uso de las ideas de la gente, sueños y visiones.
Si tu crees en el gran espíritu, la telaraña atrapará tus buenas ideas y las malas se irán por el agujero.
El anciano Lakota, le pasó su visión a su gente y ahora los indios Sioux usan el atrapasueños como la red de su vida.
Este se cuelga arriba de sus camas, en su casa para escudriñar sus sueños y visiones.

Lo bueno de sus sueños es capturado en la telaraña de vida y enviado con ellos, lo malo de sus sueños escapa a través del agujero en el centro de la red y no será más parte de ellos.
Ellos creen que el atrapasueños sostiene el destino de su futuro.

(originada de la cultura Estadounidense, Ojibwa)

Fuente: http://www.magia-celta.com

Desidentificándote de tus Pensamientos


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 Cierra tus ojos; entonces focalízalos justo entre tus cejas, como si estuvieras mirando ahí con tus dos ojos. Pon en ello toda tu atención.

En el punto exacto, de pronto tus ojos quedarán fijos. Y si mantienes tu atención ahí, experimentarás extraños fenómenos: por primera vez verás tus pensamientos pasar por delante de ti; te convertirás en el testigo. Es como estar mirando una película: los pensamientos están ahí y tú eres el testigo

Generalmente, no eres testigo de ellos; tú eres uno con tus pensamientos, te identificas con ellos, te mueves con ellos. Tú eres el pensamiento; tomas la forma del pensamiento. Cuando el sexo está ahí, te conviertes en el sexo; cuando la rabia está ahí, te conviertes en rabia; cuando la codicia está ahí, te conviertes en codicia. Cualquier pensamiento moviéndose en tu interior, se identifica contigo. No hay una separación entre tus pensamientos y tú.

Pero centrándote en el tercer ojo (entre las cejas), de pronto te conviertes en el testigo. A través del tercer ojo, puedes ver los pensamientos pasando como nubes en el cielo, o como gente circulando por las calles.

Osho
Extracto del Libro de Los Secretos

Metanoia»: hacerse a sí mismo


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    Nos han hecho los demás. Hasta cierto punto, es cierto. “Carácter” significa eso: así como las máquinas de escribir o las imprentas marcaban en un papel cada letra de una palabra (caracteres), la vida nos imprimió, nos marcó, nos escribió por dentro. Sin embargo… hay un punto en que uno tiene otra opción, que es la de re-escribirse a sí mismo, forjando el propio carácter desde adentro hacia afuera. A partir de allí, uno necesitará revisar en su propia vida las decisiones que le llevaron al lugar en que hoy está. Esto puede ser doloroso, y a la vez extremadamente liberador: es el punto en que uno deja de funcionar a partir de lo condicionado, y comienza a explorar su real naturaleza no-aprendida. (A eso apuntan desde hace siglos todas las Tradiciones de Conocimiento que pueden nutrir a la Psicología de Occidente.)

    Esa revisión implica una palabra que los griegos muy bien apreciaban: metanoia. Con frecuencia este término ha sido MAL traducido como un arrepentimiento que conlleva culpa, remordimiento. Cuidado! “Re-mordimiento” implica, literalmente, “morderse a sí mismo una y otra vez”. Y no se va muy lejos a partir de auto-dañarse por el error cometido. El verdadero concepto de metanoia  alude a una transformación evolutiva de sí mismo, entendida como un movimiento interior que surge en quien se encuentra insatisfecho con la manera en que resolvió o está resolviendo los hechos. Permite correrse hacia un escalón más arriba en la larga escalera de la evolución de cada humano. Desde ese escalón tenemos una visión más panorámica de quienes somos, exenta ya de tantas distorsiones y autojustificaciones, lo cual nos permite en cierta medida «barajar de nuevo» los naipes de nuestro juego existencial. 

     No se tratará, entonces, de quedar inmersos en la culpa y el auto-castigo: estos sentimientos necesitan ser elaborados para que el error aporte su néctar de comprensión. Esa comprensión nos permite reparar lo reparable, y re-decidir conscientemente lo por-venir sin repetir lo ya-venido. Nos adueña de la propia vida, de un modo modesto y autodeterminado. Y nos posibilita asumir que los que escribieron nuestro libreto  fueron necesarios para ese proceso: nos aportaron escollos que necesitábamos para subir ese escalón. Así, nuestros errores pueden capitalizarse como fundamento para una comprensión más compasiva de la ignorancia que nos habita y de la de quienes nos acompañan en la vida. Para ilustrar estos conceptos, queremos convidarles hoy esta imagen que se da al final de una película (*), y que nos ha llegado mucho…
 

   En un cuarto, Danny, -un hombre maduro- tiene una discusión serena pero firme con un joven  de unos 20 años (Bob). Acaba de irse un amigo de Danny, luego de que Bob lo agrediera desde su juvenil soberbia. El hombre maduro mira al joven y le dice: 

–         Yo a él lo aprecio porque es alguien totalmente sincero… y porque tiene carácter. [Calmo silencio…] En cambio… debo decírtelo: TÚ AÚN NO TIENES CARÁCTER.

    Al joven se le transforma el rostro: se siente herido en su amor propio, lastimada su apreciada imagen de sí mismo:

–         Por qué?, -pregunta, molesto-.

–         Porque para tener carácter debes haber hecho cosas de las que luego te hayas arrepentido.

    El muchacho hierve en disimulada irritación: él se ve a sí mismo como muy recto, muy espiritual, justo, satisfecho con sus elecciones “sensatas, puras e impecables”… ¿Cómo alguien se atreve a descalificar tantas virtudes? Entonces cuestiona con sorna:

–         Ja! O sea que ahora… para tener carácter debo empezar a hacer cosas de las que luego me arrepienta?

    Danny lo mira con compasión. Hace un profundo silencio. Él ya está de vuelta de esa arrogancia juvenil. Mide muy bien sus palabras, y luego le responde:

–         No. No digo eso. [Largo… más largo silencio…] Digo que YA las has  hecho. PERO QUE AÚN NO TE HAS DADO CUENTA.

     * La película se titula «La clave del éxito», dirigida por John Swanbeck.

Fuente:  www.centrotranspersonal.com.ar

 blogs: http://pensamientosensible.blogspot.com