Archivo por días: junio 25, 2008

Mirar como si fuera la primera vez


 Siempre observamos las cosas con una visión antigua. Llegas a tu casa; la miras sin mirarla. Ya la conoces; no hay necesidad de mirarla. Has entrado en ella una y otra vez por varios años. Vas a la puerta, pasas por la puerta, puede que quites el cerrojo de la puerta. No obstante, no hace falta mirar.

Todo este proceso continúa como si se tratase de un robot, mecánicamente, inconscientemente. Si algo va mal, sólo si la llave no entra en el cerrojo, entonces miras la cerradura. Si la llave encaja, no miras nunca el cerrojo. Debido a los hábitos mecánicos, a hacer repetidamente la misma cosa una y otra vez, pierdes la capacidad de mirar, pierdes la frescura para mirar.

Recuerda la última vez que viste a tu esposa. La última vez que viste a tu esposa o a tu esposo he sido posiblemente hace años. ¿Durante cuántos años no has mirado? Tú pasas simplemente, das un vistazo casual, pero no una mirada. Ve nuevamente y mira a tu esposa o a tu esposo como si estuvieras mirando la primera vez. ¿Por qué? Porque si estás mirando por primera vez, tus ojos están llenos de frescura. Se volverán vitales.

Se dice que no hay nada nuevo bajo el firmamento. En realidad, nada es viejo bajo el firmamento. Únicamente los ojos se vuelven viejos, acostumbrados a las cosas; entonces nada es nuevo. Para los niños todas las cosas son nuevas: por eso es que todo les produce excitación. Incluso una piedra coloreada en la playa les llega a excitar. Y todo es un nuevo mundo, una nueva dimensión.

Mira a los ojos de los niños, a su frescura, a la vivacidad radiante, a la vitalidad. Parecen como espejos, silenciosos pero penetrantes. Sólo unos ojos así pueden alcanzar lo interior. Funcionará con cualquier cosa. Mira tus zapatos. Los has estado usando durante años, pero míralos como si fuera la primera vez y capta la diferencia: la cualidad de tu conciencia cambia súbitamente. Esta técnica es simplemente para hacer que estén frescos tus ojos, tan frescos, vivaces, vitalmente radiantes que puedan ir hacia adentro y mirar tu ser interior.

Si te liberas del pasado y tienes una mirada que puede ver el presente, entrarás en la existencia, y esa entrada será doble: entrarás en todas las cosas, en su espíritu y entrarás también dentro de ti mismo, porque el presente es la puerta. Todas las meditaciones, de una manera u otra tratan de hacerte vivir en el presente. Por tanto, esta técnica es una de las técnicas más hermosas y fáciles.

Osho: Tomado deThe Book of Secrets

El hilo que conecta todo


  
Eres el hilo que lo conecta todo, me hilvana a la música, al color, a las palabras, a los sentimientos, a la naturaleza, al pensamiento, al deseo, al espíritu.

Antes de encontrarte, yo era un ramo de cosas entremezcladas, ahora soy una luz única en la que todo está fundido, aglutinado, amasado sin grumos, procesado, unificado en el sentido literal del término. Diste vuelta el cielo para volcarme las estrellas. Ovillaste el canto para atármelo al alma. Aunque me quede quieta pongo en movimiento todo lo que construye al mundo: ternura, alegría, amor. Y lo que lo transforma: mareas, huracanes, hielos, fuegos, sequías…

Me voy abriendo. Y al abrirme, me expando, crezco, llego a los confines, vuelvo y entro en mí. En todas partes estás, precediéndome o esperándome. Eso es lo que más amo en ti: tu puntualidad para vencer mi soledad. Tu perseverancia para pulverizar mi pena y echarla al aire. Tu fuerza para ocupar los espacios ambiguos que existen en un ser: el espacio de la duda, el de la indecisión el de la inquietud, el del desgano… Los transformaste en depósitos de vida, latidos de reserva, semillas de tumbergias rosadas (que ya no sé si existen estas flores cuyo nombre me enseñó Silvina Ocampo). No te voy a decir que es la primera vez que me enamoro, porque no es verdad. Pero sí es la primera vez que «me enamoran». Que no elegí, que no ejercí el control desde el principio. Que sucedió sin que me diera cuenta. Que cuando supe, ya lo habías resuelto. Y empecé, entonces, a desatarme.

A abrir todas las puertas. A deshacer los nudos. A tirar las piedras a los costados del camino. A respirar llenando los pulmones. A desprenderme culpas y dolores, resentimientos y rencores y dejarlos en papeleros amarillos. Me gusta tu nombre estereofónico, tu voz vibrante y áspera… ¡bah, todo me gustas!

De pe a pa. Tu risa un poco tímida. Tus manos sensitivas. La forma en que entornas los ojos con un movimiento casi infantil, como si los párpados pudieran defender todo lo que se lee en ellos. Y tu mirada rápida, directa, que se adelanta siempre a tus palabras, como si les fuera abriendo paso. Me gusta que te importe lo que digo, lo que pienso, lo que siento. Que tengas curiosidad por todo lo que tiene que ver conmigo. Que estés constantemente tratando de asomarte a mi corazón. Para que puedas espiarlo, lo dejo descubierto. Quiero que sepas de mí más de lo que yo misma sé. Que por una vez en mi vida alguien me explique por qué hago o digo…, alguien me dé un consejo acertado, me haga razonar, me brinde un poco de par…, alguien me saque del torbellino cotidiano, de la envidia de los inútiles, del orgullo de los ínfimos y del desagradecimiento de los mendicantes. Alguien que puede mirar de frente el rostro de los ángeles y que hasta los conoce por sus nombres. Alguien que guarde boletos capicúa, programas de cine, servilletas con el nombre de las confiterías, cajitas de fósforos, sobrecitos de azúcar de todos los lugares por donde viaja. Alguien que conoce el nombre de las estrellas y puede señalar las constelaciones. El hilo que lo conecta todo: cuerpo, mente y espíritu, con la fuerza del cosmos y la vitalidad de la naturaleza. Un hilo que me envuelve, que me hilvana al diamante y a la flor, a la espuma del mar, al granizo, al vuelo del cóndor, al aletear mágico del colibrí, a tu voz, a tu abrazo, a las esquirlas de tu amor cayéndome en el.
 
Poldy Bird