Archivo por días: julio 4, 2008

UN PEQUEÑO PLANETA LLAMADO REALIDAD


Este planeta en el que vivo es pequeño y se llama “Realidad”.

Pero a veces le cambio el nom­bre y lo llamo “Ilusión”.

No sé cuando soy feliz… si cuando lo llamo “Realidad” o cuando lo llamo “Ilusión”.

“Realidad” es cuándo tenés miedo… pero te inventás un abrazo y le ponés su rostro, su olor, la fuerza de su cuerpo.

Es cuando la canción suena desentonada, pero te hacés la que no te das cuenta.

Cuando sos un charquito de llanto en el que flota una hoja de otoño, pero dibujas, con el dedo, un sol y una flor nueva meciéndose en el aire y poco a poco se te deshace el nudo de las tripas y la respiración se serena para hacerte retornar a las noventa pulsaciones por minuto.

“Realidad” es cuando llamás por teléfono y ningún amigo te contesta… no están o están tan ocupados que no devuelven el llamado.

Para ser sincera, cuando llaman es cuando necesitan contarte un problema y recibir una palabra de apoyo, de aliento, una frase que les aclare el pensamiento y les saque la angustia.

Pero tu angustia… ¿a quién le interesa? Aprendiste a callarte.

Para no asustar a nadie.

Para no espantarlos.

Ya sabés que no te van a dar una solución, que temen “contagiarse tus penas”, y quién sabe dónde, pero dónde… han aprendido a mostrarse interesados por lo que les ocurre a los demás… y a los pocos minutos borran, arrancan, olvidan, se vuelven amnésicos para recordar cualquier cosa que no sea su propio ombligo.

Las palabras rotas se convierten en cuchillos.

De palabras rotas y llantos no llorados están hechas las nieves de los picos más altos.

Por eso no puedo vivir siempre en el pequeño planeta “Realidad”, y doy vuelta el cartel de su nombre porque del otro lado dice “Ilusión”, y allí suena la orquesta de Tommy Dorsey tocando una canción canta­da en inglés, cuya letra no puedo traducir perfectamente y se la invento como más me guste.

Y Benny Goodman me hace entornar los ojos tocando “Recuerdos de tí…”; y Romeo lee las cartas que Julieta le envió a Mantua, y ninguno de los dos se muere.

En “Ilusión” no hay desencuentros ni despedidas.

Todos llegan para quedarse.

Todos te abrazan, sonrientes.

Todos te necesitan y te quieren.

Leen en tu frente lo que estás pensando; no hay que explicarles nada… y podés recos­tar tu cabeza en su hombro… y él se queda quieto, así te dormís y el sueño disuelve el diamante perfecto del dolor.

Cuando en el planeta “Ilusión” llueve, el café se calienta solo en la cafetera, y aparece sobre la mesa de la cocina un álbum con fotos de toda la familia festejando navidad; las hermanitas vestidas iguales en un acto del 25 de mayo en la escuela, con moñitos en las trenzas y escarapelas redondas.

En esas fotos no falta nadie.

Nadie puede escaparse de una foto.

¿Quién querría hacerlo? ¿La abuela con olor a vainilla en las manos? ¿El tío Juan con su habano prendido y la admiración de las vecinas enamoradizas? ¿Papá del bracete con mamá toda sonrisas y luceritos en los ojos?

Cuando en el planeta “Ilusión” es de noche, él ya te está esperando en la cama para dormir abrazados.

El, que jamás te dijo que necesitaba un tiempo para poner sus ideas en orden… él, que nunca te hizo decir por su secretaria “Está en una reunión” “Dice que después la llama”,.. y vos esperaste, esperaste hasta que la espera te borró el sonido de su voz…

Él, que cada vez que estabas por dejar de quererlo, aparecía un ratito con promesas y al día siguiente barría sus huellas para que no supieras a dónde se había ido… No… no es así… lo que pasa es que me estoy confun­diendo. No es fácil llorar en un planeta y que tus lágrimas hagan brotar las rosas en el otro. Que en un planeta te amen y en el otro…

Pero no puedo cambiar las cosas; fundir los dos planetas. Sé que manteniendo este orden de dicha y de dolor, sin mezclarlos, podré sobrevivir, como todos.

Poldy Bird

Recuérdate a ti mismo como luz


 Mientras caminas, al moverte, al comer, al trabajar, recuérdate como luz. Es como si en tu corazón estuviera ardiendo una llama y tu cuerpo no fuera más que una aura alrededor de la llama.

Permite que eso penetre profundamente en tu mente y en tu conciencia. Absórbelo. Llevará un tiempo pero si continúas pensando en ello, sintiéndolo, imaginándolo, después de un cierto período serás capaz de recordarlo todo el día.

El segundo paso consiste en llevarlo a los sueños. Mientras te vas quedando dormido sigue pensando en la llama, continúa viéndola, sintiendo que tú eres la luz. Recordándolo…recordándolo…recordándolo…te quedas dormido. Y el recuerdo continúa. Al comienzo empezarás a tener sueños en los que sentirás que tienes una llama dentro, que eres luz. Poco a poco, en los sueños tendrás el mismo sentimiento. Y una vez este sentimiento entra en los sueños, los sueños empezarán a desaparecer, y habrá un sueño cada vez más profundo.

Cuando esta realidad se revela en todos tus sueños- que eres luz, una llama, una llama que arde- todos los sueños desaparecerán. Solamente cuando los sueños desaparecen tú puedes llevar este sentimiento al sueño, nunca antes. Ahora estás en la puerta.

Una vez entras en el sueño con el sentimiento de que eres una llama, estarás alerta en él; el sueño se producirá solo en tu cuerpo, no en ti.

Si puedes estar alerta de que eres una llama, una luz, que el sueño no te está sucediendo a ti, eres consciente. Estás llevando a cabo un esfuerzo consciente. Ahora has cristalizado alrededor de esa llama. El cuerpo está dormido, tú no lo estás.

Osho: Tomado deEl Libro de los Secretos