Archivo por días: julio 5, 2008

La casa que tenía sueño


Imagen: Helen Cooper

Había una vez una casa somnolienta que siempre tenía sueño. Todas las mañanas, el sol, que es muy madrugador, la despertaba haciéndole cosquillas en las ventanas. Pero la casa bostezaba y decía:
—Un ratito más y ya me levanto —y remoloneando, remoloneando… ¡zas! se quedaba dormida y con ella todos los que vivían allí: la mamá, el papá, los niños y el gato.
Cuando finalmente la casa abría los ojos, digo, las ventanas…
—¡Qué barbaridad! —decía—. Me quedé dormida otra vez. ¡Vamos, vamos, a levantarse!
Y todos salían de la cama corriendo para no llegar tarde. Pero ¡qué desastre! Con el apuro, el papá se ponía un zapato de cada color, la mamá se olvidaba de sacarse la cofia de baño y los chicos no podían terminar de tomar la leche.
De todas formas, ya no había nada que hacer. El papá llegaba tan tarde a la oficina que el dueño de la empresa le ponía una trompa más larga que la de un elefante enojado. La mamá llegaba tan tarde al trabajo que el jefe le ponía cara de león con dolor de muelas. Y los chicos llegaban tan tarde al colegio que la directora les hacía escribir cien veces: “El horario de entrada es a las 8.”
Y mientras tanto la casa dormía la siesta con el gato.
—Esto no puede seguir así —dijo un día el papá—. Nos vamos.
—¿Adónde? —preguntaron todos.
—Nos vamos de vacaciones para descansar y dormir. Así se nos pasa el sueño.
Y se fueron con las valijas llenas de pijamas.
Al principio la casa se puso contenta porque iba a dormir todo el tiempo. Pero la primera noche que se quedó sola, daba vueltas para un lado y para el otro, cerraba un ojo, digo una ventana y abría la otra, contaba ovejitas y se cantaba canciones de cuna:

Arrorró la casa,
arrorró mi amor
arrorró casita
de mi corazón.
Esta casa linda
no quiere dormir
cierra las ventanas
y las vuelve a abrir.

Pero nada. La casa no tenía sueño, ni siquiera un pedacito. Y a la noche siguiente le pasó lo mismo. Y a la siguiente también y así pasaban los días y la casa no se podía dormir. Es que se sentía sola y extrañaba mucho a su familia. La casa se puso tan triste que empezó a salir agua de todas las canillas (que es la forma de llorar que tienen las casas) y se inundaron el comedor, la cocina y los dormitorios.
Por suerte, la familia regresó pronto bien descansada y aunque tuvieron que secar todo, también se pusieron contentos porque ellos también habían extrañado su casa y tenían ganas de volver. La casa se puso tan contenta que prometió no volver a remolonear. Y desde ese día, cuando el sol la despierta, se levanta en seguida.
Y colorín, colorado, este cuento ha terminado.
Pero ¡shhh! No hagan ruido, chicos, porque la casa del cuento, ya se quedó dormida.

Liliana Cinetto

El cansancio moral


 

    Una escena de la película «El Cartero»: Neruda está en el exilio, en su casa de España. El Cartero le ha traído correspondencia: un hombre muy lúcido, aunque sin instrucción. Al dársela, le recita un verso del propio Neruda: «Sucede que a veces me canso de ser hombre». Y luego le dice, conmovido: «A mí me pasa lo mismo, pero no sabía cómo decirlo». Y si a ellos les pasaba, ¿por qué no a cualquiera de nosotros? Hay un tipo de cansancio especial que adviene en la persona sensible al percibir la miseria generada por el humano: la injusticia, el maltrato a los débiles, la depredación del Planeta, el hambre digitada por la codicia, la discriminación, la violencia, la corrupción…  Y también mediocridades socialmente instaladas: la falta de solidaridad, la mentira, el aplauso a la vulgaridad, la transgresión impune…

     Pero… CUIDADO!! Porque esto puede obrar como un virus psicológico peor que los que circulan por internet: su nombre justo es CANSANCIO MORAL. Su accionar? Corroe la médula de la buena voluntad, nubla las pupilas oscureciendo la visión, genera sabor amargo en la boca y en el pecho la sensación de tener un agujero de lado a lado. Produce en el cerebro una visión selectiva de la realidad: como quien anda con un lápiz en mano, el que lo padece va subrayando en su entorno todo lo que indique que el mundo se ha vuelto inhabitable, y que nada vale la pena. Finalmente, va necrosando la capacidad de alegría, hasta disecar el ánimo. Si la persona queda fatalmente infectada, se convierte en un embalsamado viviente: un trofeo más para los comerciantes de malicia.

      El virus del cansancio moral se multiplica si uno se aísla de la buena gente (actitud muy peligrosa! ). En cambio, su mejor antídoto es permanecer conectado a quienes siguen trabajando honradamente en el mundo: ésos que casi no ocupan espacio en la TV o los diarios, y sin embargo persisten empeñosamente no sólo en su actitud de no estar del lado de los destructores, sino también de no permanecer pasivos. A veces son seres silenciosos, cuya tarea radica en anónimos gestos cotidianos de hermosura y de honestidad. Otros emprenden acciones sociales  promoviendo la dignidad, la justicia, la belleza… Generemos y difundamos buenas noticias, para que ese virus no se convierta en epidemia. Pues el Génesis no terminó: la Creación continúa… y necesita mano de obra! Así les cantó Silvio Rodríguez:

 

Menos mal que existen

los que no tienen nada que perder,

ni siquiera la muerte.

 Menos mal que existen

los que no miden qué palabra echar,

ni siquiera la última.

 Se arriman

a la noche y al día

y sudan

si hay calor, y si hay frío se mudan…

No esperan

echar sombra o raíces

pues viven

disparando contra cicatrices…

Escuchan,

se proyectan y lloran

debajo

de sus huellas, con tanto trabajo.

Se mueren

sin decir de qué muerte, sabiendo

que en la gloria también se está muerto.

 Menos mal que existen,

menos mal que existen.

Menos mal que existen…

para hacernos.

 Menos mal que existen

los que no tienen nada que perder,

ni siquiera la historia.

 Menos mal que existen

los que no dejan de buscarse a sí,

ni siquiera en la muerte…

de buscarse

a sí.

 

Hay una bella película relacionada con este tema, basada en hechos reales: «Escritores de Libertad», dirigida por Richard Lagravenese, ganadora del Globo de Oro. Relata la tarea desplegada por la joven profesora Erin Gruwell en una escuela de California destrozada por la violencia y la tensión racial: promovió que jóvenes de zonas marginales pudieran realizar una transformación comunitaria apoyados en su dignidad y en el anhelo de mejorar el mundo. Su tarea aún se desarrolla mediante la Freedom Writers Foundation, por ella creada. Hay también otra oganización sin fines de lucro que propone  un proyecto educativo (en español) para dar a conocer a personas de todo el mundo que trabajan, pública o anónimamente, por el bien de los demás. Se llama «Mi héroe».

Fuente:  http://pensamientosensible.blogspot.com

MI DECLARACION DE AUTOESTIMA


Yo soy yo.
En todo el mundo no existe nadie 
exactamente igual a mi.
Hay personas que tienen aspectos míos,
pero en ninguna forma el mismo conjunto mio.
Por consiguiente, todo lo que sale de mi es autenticamente mío 
porque yo sola lo elegí.
Todo lo mio me pertenece: mi cuerpo,
todo lo que hace;
mi mente,con todos sus pensamientos e ideas;
mis ojos, incluyendo todas las imágenes que perciben;
mis sentimientos, cualesquiera que sean: ira,alegría,
frustración,amor,decepción, emoción;
mi boca, y todas las palabras que de ella salen, refinadas, dulces, o cortantes, 
correctas o incorrectas;
mi voz,fuerte o suave,
y todas mis acciones, sean para otros 
o para mí.
Soy dueña de mis fantasías, 
mis sueños, 
mis esperanzas, 
mis temores.
Son míos mis triunfos y mis éxitos, 
todos mis fracasos y errores.
Puesto que todo lo mio me pertenece, 
puedo llegar a conocerme intimamente.
Al hacerlo, puedo llegar a quererme 
y sentir amistad hacia todas mis partes.
puedo hacer factible 
que todo lo que me concierne funcione 
para mis mejores intereses.
Sé que tengo aspectos que me desconciertan 
y otros que desconozco.
Pero mientras yo me estime y me quiera,
puedo buscar con valor y optimismo soluciones para las incógnitas
e ir descubriéndome cada vez mas.
Como quiera que parezca y suene, 
diga y haga lo que sea, 
piense y sienta en un momento dado,
todo es parte de mi ser.
Esto es real y representa el lugar que ocupo en ese momento del tiempo.
A la hora de un examen de conciencia, respecto de lo que he dicho y hecho,
de lo que he pensado y sentido, 
algunas cosas resultarán inadecuadas.
Pero puedo descartar lo inapropiado,
conservar lo bueno 
e inventar algo nuevo
que supla lo descartado.
Puedo ver, oir, sentir, decir, y hacer.
tengo los medios para sobrevivir,
para acercarme a los demás, 
para ser productiva
y para lograr darle sentido y 
orden al mundo de personas y 
cosas que me rodean.
Me pertenezco y así puedo estructurame.
Yo soy yo y estoy bien.Relaciones humanas en el nucleo familiar de Virginia Satir

Fuente: http://www.webrujas.com.ar/