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LOS 10 LADRONES DE TU ENERGÍA!!!


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No dejes que se la roben, compártelo con tus amigos o alguien que lo necesite. Cada uno de nosotros, tenemos una carga de energía asignada, es nuestra responsabilidad utilizarla con medida y no desperdiciarla. Pon atención y conéctate conscientemente, eliminando algunas interferencias:

1- Deja ir a personas que sólo llegan para compartir quejas, problemas, historias desastrosas, miedo y juicio de los demás. Si alguien busca un cubo para echar su basura, procura que no sea en tu mente.

2- Paga tus cuentas a tiempo. Al mismo tiempo cobra a quién te debe o elige dejarlo ir, si ya es imposible cobrarle. Las deudas no caducan con el tiempo, aunque la ley te proteja; sé responsable, es mejor hacer un plazo de céntimo a céntimo, que perder tu preciada energía y tu palabra.

3- Cumple tus promesas. Si no has cumplido, pregúntate por qué tienes resistencia. Siempre tienes derecho a cambiar de opinión, a disculparte, a compensar, a renegociar y a ofrecer otra alternativa hacia una promesa no cumplida; aunque no como costumbre. La forma más fácil de evitar el no cumplir con algo que no quieres hacer, es decir NO desde el principio.

4- Elimina en lo posible y delega aquellas tareas que no prefieres hacer y dedica tu tiempo a hacer las que sí disfrutas. Aunque no debes de huir de responsabilidades y no todo el tiempo es factible, muchas veces por puro control o por no darnos el permiso, seguimos perdiendo tiempo en nimiedades y abandonando lo verdaderamente significante en nuestras vidas.

5- Date permiso para descansar si estás en un momento que lo necesitas y date permiso para actuar si estás en un momento de oportunidad. La naturaleza, tiene ritmos y tu vida también. No actuar en el momento erróneo te quita energía y no parar cuando lo necesitas, también.

6- Tira, recoge y organiza, nada te toma más energía que un espacio desordenado y lleno de cosas del pasado que ya no necesitas. Uno por uno, toma cada papel, cada recuerdo y hasta cada sueño y elige.

7- Da prioridad a tu salud, sin la maquinaria de tu cuerpo trabajando al máximo, no puedes hacer mucho. Toma sol por las tardes, medita, respira, báñate en el mar, haz ejercicio en la naturaleza, escucha tu cuerpo y elimina las toxinas. Haz una cita médica y mira si te faltan minerales o vitaminas. Aliméntate con comidas orgánicas (sin pesticidas) y frescas; trabaja en la prevención para evitar la crisis de una enfermedad (un aviso un cuerpo sin energía).

8- Enfrenta las situaciones tóxicas que estás tolerando, desde rescatar a un amigo o a un familiar, hasta tolerar acciones negativas de una pareja; y toma la acción necesaria. Resignarte a una situación y sentirte que no tienes control, sólo conseguirá drenarte.

9- Acepta. No es resignación, pero nada te hace perder más energía que el resistir y pelear contra una situación que no puedes cambiar. Entregar a Dios, siempre puedes elegir tu camino y fluir sin apegos hasta llegar a tu orilla a salvo.

10-Perdona, deja ir una situación que te esté causando dolor, siempre puedes elegir dejar el dolor del recuerdo.

Estar conectados a Dios y su amor es la fuente más grande de energía, mientras que los miedos, el rencor y la ira son los bloqueadores más frecuentes. Enfócate en el presente, vivir en el pasado o vivir en el futuro, solo te drenan del presente.
Recuerda que tienes una fortuna, Dios te regaló una cuenta con latidos de vida, úsalos con conciencia, no los desperdicies y serás feliz, latido por latido.

Nasreddin y el derecho a comer


El protagonista de esta historia es Nasreddin, un excéntrico hombre muy sabio conocidonasreddin por todos los que viven en su ciudad, ubicada al sur de Irán, donde existe todavía una gran diferencia social y económica entre ricos y pobres. Nasreddin es muy amable con todo el mundo, y no tiene ningún problema en compartir su sabiduría con los demás. Pero como él es pobre, es muy crítico con los problemas sociales que sufre su ciudad.

En cierta ocasión, Nasreddin fue invitado por un amigo a cenar al palacio más elegante del lugar. Cuando el hombre, montado en su inseparable burro, llegó a las puertas del palacio vestido con sus ropas de siempre, que eran pobres y viejas, por más que protestó y dijo que había sido invitado, los guardias no le dejaron entrar tomándole por un mendigo.

Muy enfadado, pero con el deseo de poder comer bien, pidió prestado al sastre del pueblo una camisa y unos pantalones nuevos. Después se lavó, se peinó y perfumó y se vistió con la ropa nueva. Esta vez, los guardias le hicieron grandes reverencias al llegar, y el dueño del palacio lo instaló en uno de los lugares de honor.Nasreddin2

Cuando empezó a llegar la comida, Nasreddin se dispuso a mojar las mangas de su camisa en cada plato antes de comer, mientras decía:

– Come bonita, come, que está muy rico, anda come…

Todo el mundo allí presente se le quedó mirando. El dueño del palacio se quedó muy extrañado y le preguntó:

– Pero Nasreddin, ¿por qué metes las mangas de la camisa en tu plato?

Y el sabio contestó:

– Puesto que las atenciones que recibo y la comida que se me dan tiene que ver con mi ropa y no con mi persona, creo que es justo que mi ropa pueda también recibir su parte y probar la comida, ¿no es así?

Desde entonces, y después de esta pública lección, el dueño del palacio sintió tanta vergüenza que nunca más se le ha vuelto a negar la entrada a un invitado por el simple hecho de llevar ropas pobres.

Fuente: http://sinalefa2.wordpress.com/