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✿ MANUAL DE INSTRUCCION PARA LA INSTALACION DE SUS PROPIAS ALAS.


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1. Usted vino al mundo con un par de alas creadas a partir de una sustancia maravillosa del universo llamada polvo de estrellas.

2. Si sus alas se han roto después de tantos intentos, de tantas luchas, de tantas caídas, ahora tiene la opción de cambiarlas por un par de alas nuevas.

3. Por favor retire las alas rotas de su cavidad original con mucho cuidado. Limpie este espacio con amor puro hacia usted (La dimensión en la que se encuentra utiliza al amor como agente limpiador, como combustible y como propulsor).

4. Una vez limpia la cavidad, inserte sus alas nuevas en ella. Haga una prueba de movimiento. ¿Se mueven? ¿Quedan estáticas? Por favor no intente volar aun.

5. Todos los seres humanos tienen un par de alas, la única diferencia entre ellos y usted es que ellos no lo saben y usted si.

6. Asegúrese de querer dejar atrás las limitaciones, asegúrese de que en verdad quiere utilizar estas alas y de que permitirá que el viento en fusión con ellas, le lleve a destinos insospechados.

7. Después de esto, ubíquese en la parte más alta de un acantilado, evite mirar hacia atrás, hacia arriba o hacia abajo. Sepa que usted está ahí porque una fuerza divina que está más allá de su comprensión, le ha puesto en ese lugar.

8. Expanda sus alas y déjese llevar por el viento y por la fuerza divina que le está impulsando. Olvídese de controlar su vuelo, permita que la naturaleza haga todo el trabajo por usted. Si le asusta la fuerza del viento sólo diga: TE AMO, TE AMO, TE AMO. No está solo en este proceso, jamás lo ha estado y si llegó hasta ese acantilado es porque puede volar. Hágalo.

9. Cuando esté volando, cuando esté permitiendo que la vida le moldee, cuando ya no se resista a su experiencia terrenal, entonces mire hacia abajo, observe al mundo bajo usted y dé las GRACIAS por esa magnífica vista, por la oportunidad de ser uno con el viento, por sus alas nuevas.

10. Volar significa aceptar, amar, permitir y honrar en la medida de lo posible, en la medida de lo humano, y de acuerdo al ritmo natural de las cosas.

NOTA IMPORTANTE: Su estado de ánimo determinará el color de sus alas.

Por : Vivi Cervera

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ORDEN…


Soy el Ángel del Orden que entra en tu vida. Aprovecha esta ocasión para ordenar tus ideas; son tantas las que tienes en mente que no sabes por dónde empezar; te falta tiempo para cumplir con las responsabilidades diarias y cuando al final de la jornada llegas a casa cansado y confuso, te das cuenta de que lo importante se queda sin hacer.

Amado mío, voy a ayudarte a organizar tus tareas laborales y personales. Cuando sienta tu llamada sabré que me necesitas y te aportaré la energía del orden y la capacidad de la acción, sabiendo por dónde empezar y cómo continuar. También traigo luz para que veas con claridad en tu interior y te conozcas en profundidad durante tu crecimiento espiritual en esta vida.

Ordena, amado mío, tu mente, tus emociones, tu alma y tu cuerpo. Te entrego la sabiduría para desarrollar y cultivar estas extraordinarias partes de tu ser, elevando tu conciencia y sintiendo el gran amor de Dios.

«EL FRUTO NO SE RECOGE SIN HABER PLANTADO ANTES LA SEMILLA.»

CUENTO NAVIDEÑO HUMILDE



LA PEQUEÑA ESTRELLA DE NAVIDAD. Pedro Pablo Sacristán

De entre todas las estrellas que brillan en el cielo, siempre había existido una más brillante y bella que las demás. Todos los planetas y estrellas del cielo la contemplaban con admiración, y se preguntaban cuál sería la importante misión que debía cumplir. Y lo mismo hacía la estrella, consciente de su incomparable belleza.

Las dudas se acabaron cuando un grupo de ángeles fue a buscar a la gran estrella: Corre. Ha llegado tu momento, te llaman para encargarte una importante misión. Y ella acudió tan rápido como pudo para enterarse de que debía indicar el lugar en que ocurriría el suceso más importante de la historia.

La estrella se llenó de orgullo, se vistió con sus mejores brillos, y se dispuso a seguir a los ángeles que le indicarían el lugar. Brillaba con tal fuerza y belleza, que podía ser vista desde todos los lugares de la tierra, y hasta un grupo de sabios decidió seguirla, sabedores de que debía indicar algo importante.

Durante días la estrella siguió a los ángeles, indicando el camino, ansiosa por descubrir cómo sería el lugar que iba a iluminar. Pero cuando los ángeles se pararon, y con gran alegría dijeron “Aquí es”, la estrella no lo podía creer. No había ni palacios, ni castillos, ni mansiones, ni oro ni joyas. Sólo un pequeño establo medio abandonado, sucio y maloliente.

– ¡Ah, no! ¡Eso no! ¡Yo no puedo desperdiciar mi brillo y mi belleza alumbrando un lugar como éste! ¡Yo nací para algo más grande! Y aunque los ángeles trataron de calmarla, la furia de la estrella creció y creció, y llegó a juntar tanta soberbia y orgullo en su interior, que comenzó a arder. Y así se consumió en sí misma, desapareciendo.

¡Menudo problema! Tan sólo faltaban unos días para el gran momento, y se habían quedado sin estrella. Los ángeles, presos del pánico, corrieron al Cielo a contar a Dios lo que había ocurrido. Éste, después de meditar durante un momento, les dijo: Buscad y llamad entonces a la más pequeña, a la más humilde y alegre de todas las estrellas que encontréis.

Sorprendidos por el mandato, pero sin dudarlo, porque el Señor solía hacer esas cosas, los ángeles volaron por los cielos en busca de la más diminuta y alegre de las estrellas. Era una estrella pequeñísima, tan pequeña como un granito de arena. Se sabía tan poca cosa, que no daba ninguna importancia a su brillo, y dedicaba todo el tiempo a reír y charlar con sus amigas las estrellas más grandes.

Cuando llegó, este le dijeron: La estrella más perfecta de la creación, la más maravillosa y brillante, me ha fallado por su soberbia. He pensado que tú, la más humilde y alegre de todas las estrellas, serías la indicada para ocupar su lugar y alumbrar el hecho más importante de la historia: el nacimiento del Niño Dios en Belén.

Tanta emoción llenó a nuestra estrellita, y tanta alegría sintió, que ya había llegado a Belén tras los ángeles cuando se dio cuenta de que su brillo era insignificante y que, por más que lo intentara, no era capaz de brillar mucho más que una luciérnaga.

“Claro”, se dijo. “Pero cómo no lo habré pensado antes de aceptar el encargo. ¡Si soy la estrella más pequeña! Es totalmente imposible que yo pueda hacerlo tan bien como aquella gran estrella brillante… ¡Que pena! Mira que ir a desaprovechar una ocasión que envidiarían todas las estrellas del mundo…”.

Entonces pensó de nuevo “todas las estrellas del mundo”. ¡Seguro que estarían encantadas de participar en algo así! Y sin dudarlo, surcó los cielos con un mensaje para todas sus amigas: «El 25 de diciembre, a medianoche, quiero compartir con vosotras la mayor gloria que puede haber para una estrella: ¡alumbrar el nacimiento del Niño Dios! Os espero en el pueblecito de Belén, junto a un pequeño establo.»

Y efectivamente, ninguna de las estrellas rechazó tan generosa invitación. Y tantas y tantas estrellas se juntaron, que entre todas formaron la Estrella de Navidad más bella que se haya visto nunca, aunque a nuestra estrellita ni siquiera se la distinguía entre tanto brillo. Y encantado por su excelente servicio, y en premio por su humildad y generosidad, Dios convirtió a la pequeña mensajera en una preciosa estrella fugaz, y le dio el don de conceder deseos cada vez que alguien viera su bellísima estela brillar en el cielo.

Y Colorín Colorado

La bruja Baba-Yaga


 

Ilustraciones de Ivan Bilibin
Selección de Marcela Carranza
Traducción de Pepín Cascarón


Vivía en otros tiempos un comerciante con su mujer. El hombre enviudó y se volvió a casar, pero de su primer matrimonio le había quedado una niña. La madrastra, envidiosa de la niña, la maltrataba y siempre estaba pensando en cómo deshacerse de ella.

Un día en que el padre tuvo que hacer un viaje, la madrastra dijo a la niña:

—Ve a casa de mi hermana y pídele hilo y aguja para hacerte una camisa.

Pero la hermana de la madrastra era la bruja Baba-Yaga pata-de-hueso, y como la niña era muy lista, fue primero a ver a otra tía suya, hermana de su padre.

—Buenos días, tía.

Muy buenos, sobrina querida. ¿Qué te trae por aquí?

—Mi mátushka (1) me ha dicho que vaya a pedir a su hermana hilo y aguja para hacerme una camisa.

La tía le advirtió:

—Allí, un álamo blanco querrá pincharte los ojos: átale un lazo a sus ramas para adornarlo. Habrá un portón que rechinará y se cerrará con estrépito para no dejarte pasar: échale un poco de aceite en los goznes. Los perros te querrán despedazar: tírales un poco de pan. Habrá un gato que intentará arañarte los ojos: dale un pedazo de jamón.

La niña tomó un trozo de pan, aceite, jamón y una cinta, y se marchó a casa de la bruja. Finalmente llegó. Baba-Yaga pata-de-hueso estaba tejiendo.

—Buenos días, tía.

—¿A qué vienes sobrina?

Vengo de parte de mi mátushka a pedirte hilo y aguja para coserme una camisa.

—Está bien. Mientras los busco, siéntate y teje un poco.

Mientras la niña se sentaba ante el telar y se ponía a tejer, la bruja salió de la habitación, llamó a su sirvienta y le dijo:

—Calienta el baño de prisa y lava bien a mi sobrina, porque la quiero de desayuno.

La pobre niña escuchó a Baba-Yaga, y muerta de miedo, cuando la bruja se marchó, le pidió a la sirvienta:

—Por favor, no quemes mucha leña; mejor es que eches agua al fuego y lleves el agua al baño con un colador. Y le regaló un pañuelo.

Luego de un rato, Baba-Yaga, impaciente, se acercó a la ventana y preguntó:

—¿Estás tejiendo, sobrinita? ¿Estás tejiendo, querida?

—Sí, estoy tejiendo tía.

La bruja se alejó de la cabaña y la niña, aprovechando aquel momento, le dio jamón al gato y le preguntó:

—¿Hay alguna manera de escapar de aquí?

El gato le dijo:

—Sobre la mesa hay un peine y una toalla; tómalos y echa a correr lo más de prisa que puedas, porque la bruja Baba-Yaga correrá tras de ti. De vez en cuando échate al suelo y arrima a él tu oreja, y cuando notes que la bruja está cerca tira al suelo la toalla, que se transformará en un río muy ancho. Si Baba-Yaga lo pasa a nado y te va a dar alcance, arrima otra vez al suelo tu oreja, y cuando notes que está cerca, tira el peine, que se transformará en un bosque frondoso que la bruja no podrá cruzar.

La niña tomó la toalla y el peine, y echó a correr. Los perros quisieron despedazarla, pero ella les tiró un trozo de pan, y los perros la dejaron pasar; el portón quiso cerrarse, pero ella le echó aceite en los goznes, y el portón la dejó pasar; un álamo blanco quiso azotarle los ojos con las ramas, pero ella lo adornó con un lazo, y también el álamo la dejó pasar.

Mientras tanto el gato se sentó al telar y quiso tejer; pero no hacía más que enredar los hilos. La bruja, acercándose a la ventana, preguntó:

—¿Estás tejiendo, sobrinita? ¿Estás tejiendo, querida?

—Sí, tía, estoy tejiendo —respondió el gato con voz ronca.

Baba-Yaga se precipitó dentro de la cabaña, vio que la niña se había marchado y que el gato la estaba engañando, se puso a pegarle, diciéndole:

—¡Ah, viejo goloso! ¿Por qué has dejado escapar a mi sobrina? ¡Tu deber era quitarle los ojos y arañarle la cara!

—Llevo mucho tiempo sirviéndote —dijo el gato—, y nunca me has dado ni siquiera un hueso. Ella, en cambio, me dio jamón.

Baba-Yaga arremetió contra los perros, contra el portón, contra el álamo y contra la sirvienta, golpeándolos y regañándolos.

—Te hemos servido muchos años —dijeron los perros—, y nunca nos has dado ni siquiera una corteza de pan quemado. Ella, en cambio, nos dio pan fresco.

—Te he servido mucho tiempo —dijo el portón—, sin que a pesar de mis chirridos me hayas engrasado con sebo. Ella, en cambió, me echó aceite en los goznes.

—Te he servido mucho tiempo —dijo el álamo—, y no me has adornado ni con un hilo. Ella, en cambio, me ha engalanado con una cinta.

—Te he servido mucho tiempo —dijo la sirvienta—, sin que me hayas dado ni quiera un trapo. Ella, en cambio, me regaló un pañuelo.

Baba-Yaga se subió al mortero; arreándole con el mazo y barriendo con la escoba sus huellas, salió en persecución de la niña. Ésta arrimó al suelo su oreja para escuchar y oyó acercarse a la bruja. Tiró al suelo la toalla e inmediatamente se formó un río muy ancho.

Cuando Baba-Yaga llegó a la orilla, hizo rechinar los dientes de rabia, volvió a toda velocidad a su casa, agarró a sus bueyes y los condujo hasta el río. Los bueyes bebieron toda el agua y la bruja continuó la persecución de la muchacha.

La niña arrimó otra vez su oreja al suelo y oyó que Baba-Yaga estaba otra vez muy cerca; arrojó el peine y éste se transformó en un bosque espesísimo y frondoso.

La bruja se puso a roer los troncos de los árboles con sus afilados dientes; pero a pesar de todos sus esfuerzos no lo consiguió, y tuvo que volverse furiosa a su isba (2).

Mientras, el comerciante regresó a su casa y preguntó a su mujer:

—¿Dónde está mi hijita querida?

—Ha ido a ver a su tía —contestó la madrastra.

Al poco rato, con gran sorpresa de la madrastra, regresó la niña.

—¿Dónde has estado? —le preguntó el padre.

—¡Ay, bátiushka! (3) —le contestó—. La mátushka me mandó a casa de su hermana a pedirle hilo y aguja para hacerme una camisa. Pero la tía es la mismísima bruja Baba-Yaga, que quiso comerme.

—¿Cómo has podido escapar de ella, hijita?

La niña le contó todo como había pasado, y cuando el padre se enteró de la maldad de su mujer, la echó de su casa.

El padre y la hija vivieron muchos años felices y contentos, sin que les faltara nada. Yo estuve allí, comí, bebí, el hidromiel me corrió por el bigote, pero no me entró nada en el gañote.


Notas

(1) Mátushka: Madrecita o mamita en ruso. (Definición extraída del “Vocabulario”. En Afanásiev, Alexandr N. Cuentos Populares Rusos. Madrid, Editorial Anaya, 1987.)

(2) Isba o isbá es una típica vivienda campesina rusa; construida con troncos, constituía la residencia habitual de una familia campesina rusa tradicional. Fuente de la información: Wikipedia. La enciclopedia libre.

(3) Bátiushka: Padrecito. Se emplea como tratamiento deferente y expresa sumisión, humildad y vasallaje. (Definición extraída del “Vocabulario”. En Afanásiev, Alexandr N. Cuentos Populares Rusos. Madrid, Editorial Anaya, 1987.)

Fuente: http://www.imaginaria.com.ar/

Silencio…


Busca tu silencio interior y podrás escuchar a tu alma.

Francesco recorrió el jardín flotando por el aire; ya estaba aprendiendo a volar.

Fue mirando, asombrado, cada árbol; miró el verde del césped y pensó en las buenas acciones que haría su familia.

Ellos eran muy buenos y deseó que su jardín se cubriera rápidamente de rosas.

Quizá llegaría a ser el más lindo del Cielo, pero había algo que lo incomodaba y no sabía qué.

Después de haber recorrido cada rincón de su jardín y haberlo observado todo hasta el mínimo detalle, pudo descubrir que era el único lugar en donde había tanto silencio.

Un silencio abrumador, que daba miedo y erizaba el alma.

Ahí no había pájaros, ni coros de ángeles, ni murmullos de otras almas.

Solamente eran el silencio y él.

Francesco pensó: «qué incómodo es esto. ¿Por qué me asusta tanto el silencio? ¿Será que siempre traté de aturdirme, buscando una excusa para no estar conmigo mismo?… Eso es, me asusta estar conectado con lo más íntimo de mi ser. Será que no aprendí a conocerme y no pude encontrarme. Esta soledad me asusta tanto que siento que me ahoga».

Francesco se sentó con la espalda apoyada en el tronco del árbol más grande e imponente; sintió una corriente que lo invadía y que a la vez le daba fuerzas para enfrentar ese silencio que lo acompañaba.

El árbol habló con una voz imperiosa y le dijo:

—Si no aprendes del silencio, no puedes aprender de nada ni de nadie. El silencio es sabio, te abre puertas hacia tu interior, y te ilumina el yo superior. Va camino hacia tu inconsciente y te enseña a encaminarte en la vida.

El silencio trabaja para que dialoguen todas tus partes internas, para que se logre todo un entendimiento y, cuando todas tus partes internas se unan, lograrás ese poder infinito que el ser supremo te ha entregado.

No temas estar solo, porque la soledad y el silencio son tus amigos. Búscalo dentro de ti cada vez que lo necesites, y él te responderá siempre, te escuchará y nunca se equivocará al darte las respuestas.

Tú temes al silencio porque no lo has conocido y las veces que se presentó en tu vida lo echaste; él regresaba siempre, pero siempre lo rechazabas. Ahora lo tienes aquí enfrente de ti, hazte su amigo.

Escúchalo y te escuchará; sentirás que se iluminará tu alma, porque él se conectará con tus partes internas por medio de tus sentidos y se hará cómplice de tu yo inconsciente.

Francesco, que a esta altura ya no se asombraba de nada, escuchó con atención al árbol parlanchín.

Pero sí se asombró de que el árbol supiera tanto de su vida, si él no era un ser tan importante en la Tierra como para que estuvieran tan pendientes de él, cuando había tantas personas más importantes en el mundo.

Él tendría en algún momento la oportunidad de recibir de alguien las respuestas que necesitaba conocer.

El silencio seguía esperando que Francesco se presentara y decidiera enfrentarlo.

Pero Francesco no sabía cómo hacerlo.

Entonces, el árbol, que lo estaba observando, volvió a halarle así:

—Francesco, quédate quieto, respira profundamente, cierra tus ojos y deja que el silencio entre dentro de ti. Cuando se ínstale, te dará una señal.

Francesco, muy obedientemente, cerró los ojos y aspiró todo aire en una gran inspiración. Se conectó con sus sentimientos y, después de unos segundos, el silencio apareció y se comunicó con su yo superior.

Francesco comprendió que había tenido mucho miedo en su vida, por eso llenaba los espacios hablando todo el tiempo.

—¡Qué poco pude escucharme! ¡Qué poco escuché a los otros! Tampoco pude oír el canto de los pájaros, el ruido de la lluvia al caer, el sonido del viento arrastrando las hojas del otoño.

¿Por qué no puede sentir mi propio silencio, si era tan fácil como respirar?

Ahora entiendo por qué no te dejé entrar mientras vivía y perdí la oportunidad de encontrarme con mi yo interior. Supongo que mi inconsciente también quiso hablarme y no se lo permití; lo debo haber tratado muy mal, porque nunca dejó que recordara ningún sueño, al despertar alguna mañana.

Mi esposa, Elena, decía que era negador de la realidad, que me evadía todo el tiempo, y ahora comprendo que tenía razón.

Ven, silencio, quédate conmigo un poco más. Déjame encontrar ese inconsciente que habitó en mi mente por tantos años y al que yo, más inconsciente que él, no escuché.

Oh, Dios, ¿qué hice de mi vida? ¿Cómo pude haber sido tan egoísta conmigo mismo? ¡Y ahora vengo a darme cuenta, ahora que ya es tarde!

Luego de haberse hablado a sí mismo, apareció en Francesco una voz interior, un poco conocida para él.

Ahí estaba su inconsciente, que había aparecido en escena, y se presentó diciéndole:

—Ahora te vuelvo a encontrar; yo te conozco más que nadie, compartí toda tu vida y me instalé al lado de tu mente.

Soy como una habitación oscura llena de recuerdos, proyectos, memorias, sensaciones.

Cada acontecimiento que vivió tu alma, desde el nacimiento hasta tu muerte, está guardado muy ordenadamente en esa habitación.

Cuando utilizas el silencio para encontrarme, haz de cuenta que usas una llave para abrirme y que, con tu curiosidad por saber algo tuyo, iluminas mi habitación de la misma manera como una linterna ilumina la oscuridad.

Entonces enfocas lo que tú quieres ver, pero eso no significa que lo demás no esté. Iluminarás cada cosa que vengas a buscar, cada sentimiento, o cada recuerdo que necesites recuperar, para utilizarlo en tu propio crecimiento.

Después de escuchar hablar a su inconsciente, Francesco le preguntó por qué no había aparecido antes, y éste le respondió que él no había encontrado la llave para abrirlo y que lo había tratado muy mal.

Yo soy susceptible y me gusta que me traten bien, soy una parte bastante independiente y necesito mimos.

Francesco se rió, incrédulo.

—¿Qué clase de mimos necesitas?

—Si me pides por favor que te muestre algo, te lo mostraré; te podrás acordar de los sueños, podrás interpretarlos y usarlos como otra herramienta más para construir tu futuro.

Piensa que, si uno tiene una sola herramienta, por ejemplo un martillo, todos los problemas se le van a transformar en un clavo.

Cuando yo te muestre algo que tú tanto buscabas, no te olvides de darme las gracias; el buen trato nos hará buenos amigos.

¡Ah, me olvidaba!, no me trates como si fuera traicionero, porque él inconsciente no te traiciona. Lo que te traiciona es tu consciente, porque te hace ponerte en pose para cada ocasión, y hace que te disfraces, según los roles que cumplas con cada persona que encuentres en tu camino. Te hace actuar impulsivamente, poner etiquetas a las personas, te lleva a que te importe más el qué dirán, hace que empieces a conformarte ante los otros, aunque no signifique que esto te haga feliz.

Yo te pido que te mantengas alerta, que abras tus sentidos, y no te dejes caer en la trampa de demostrar lo que tienes y lo que no tienes. Aprende a decir que no, cuando no quieres hacer algo; aprende a cuidarte, respetando tus tiempos.

Francesco le agradeció a su amigo, el inconsciente; le dijo que estaba muy cansado como para seguir escuchando y que preferiría seguir escuchando el silencio.

—No te olvides de que el silencio y yo vamos siempre de la mano.

Yo sé que no siempre soy placentero; de hecho, no todos se hacen amigos de mí. Despreocúpate, yo apareceré siempre y cuando seas tú el que me. venga a buscar. Mientras tanto, me quedaré aquí sólito y esperando hasta la próxima vez que me llames.

Francesco suspiró como sacándose un peso de encima; abrió los ojos y se quedó pensativo. Se acordó de que no le había puesto nombre a su jardín. «Hoy no se lo pondré —se dijo—. Lo haré mañana por la mañana».

Extracto de «Francesco Una vida entre el Cielo y la Tierra de Yohana Garcia»

Conjuro!!!


«Ojos de sapo, patas de rana, que tengas suerte todala semana!!

Alas de murciélago, cola de lombríz, que hoy y siempre seas muyfelíz!

Muelas de hipopótamo, cuernos de dragón, que nunca nadie hiera tu corazón!

Dientes de culebra, huesos de chucho, Nunca olvides que te quieromucho!!!

Uñas de gato, plumas de gallina Dios te libre de la gripe porcina!!

CONJURO
Escobita, escobita, que cada año me ponga más bonita;

Sapo, sapito, que este año me vaya mejorcito;

Caldero, calderito, que me abunde el dinerito…

Si en el 2010/11  la buena suerte quieres gozar, a 7 brujas se lo  haz de mandar!!!»

Jejejejejejejeje

DIARMAD Y GRAINNE


Por toda Irlanda se ven bellas piedras llamadas dólmenes. Se trata de dos enormes bloques de piedra caliza colocadas paralelamente. Sobre ellas se pone otra a manera de techo.

La tradición celta las llama leaba Dhiarmada agus Gráinne, es decir, «cama de Diarmad y Gráinne». Dice la leyenda que Gráinne era la compañera de un jefe de los Fianna, los viejos soldados celtas. Se enamoró de Diarmad, los dos huyeron y los fianna los persiguieron por todo el país.

Los animales les daban refugio, y personas sabias les daban consejos para eludir a sus perseguidores. Se les dijo que no debían pasar más de dos noches en un lugar. Pero se decía que donde se detenían a descansar, Diarmad construía un dolmen para su amada… La leyenda es interesante y vibrante.

Cuento de Sephrenia


Un maravilloso cuento de hadas.

Cuento de SephreniaCuento de Sephrenia

Erase una vez, no hace mucho mucho tiempo, un hada buena, de nombre Sephrenia, que se pirraba por galletas príncipe acompañadas de un buen tazón de ColaCao. Cada día a las 6 en punto así merendaba con sus amigas, con las que disfrutaba en gran manera; pues ademas de buena era un hada muy alegre y divertida, y quizás también un poco traviesa, aunque no del todo feliz. Nuestra hada buena no conocía lo que era recibir un abrazo genuino y sincero, y anhelaba el día en que algún alma caritativa, sin pedirle nada a cambio, espontáneamente la acogiese entre sus brazos susurrandole cosas bonitas al oído.

“No es fácil ser un hada buena”, pensaba un día Sephrenia en voz alta, sin apercibirse de que un periquito de plumas verdes y azules se había posado sobre el alfeizar de su ventana. “Todo el mundo espera que haga cosas por ellos porque soy un hada buena, pero nadie se da cuenta de que yo también necesito recibir un poquito de cariño”, siguió pensando y rompiendo a llorar. “Buaaaaaah, buaaaaaah!”.

-“Dejame beber una de tus lagrimas”- dijo de pronto el periquito.

-“Quien anda por ahí!?”- se sobresalto Sephrenia, mirando hacia la ventana. –“Oh, si es un periquito! Por que quieres beber una de mis lagrimas, perico?”- inquirio.

-“Todas las aves del bosque saben que no existe néctar mas refrescante que las lagrimas de un hada buena” –respondio el periquito.

-“Estoy triste perico, no lo ves? Hoy no tengo animo para hacer buenas obras. Por favor dejame tranquila” –dijo el hada buena.

-“Sephrenia, quiero darte un abrazo” –dijo el periquito dando un saltito y posándose sobre una mesita de cristal que estaba junto a la ventana.

-“Jajaja, un abrazo? Como quieres darme un abrazo con esas alitas?” – se burlo Sephrenia. “Por favor, perico, vete!”.

Entonces el periquito, sintiéndose herido, se fue volando y Sephrenia continuo llorando desconsoladamente. Al poco rato llego su hermana, el hada del Amor Brujo, quien al verla en tal estado decidió acompañarla, preocupada, a hacer una visita a Bruno, el enano de la Torre, el mas sabio entre los enanos.

-“Ehem, ehem, ehem, que es lo que tenemos aquí?”-dijo el enano Bruno colocándose unos grandes anteojos mientras subía a la mas alta de una pila de cajas de tabaco, al mismo tiempo que daba pequeñas caladas a su vieja pipa. Y observando detenidamente a Sephrenia expreso con sorpresa: –“Oh! Pero que contrariedad! Si eres un hada buena, como puedes estar tan triste?”

-“Estoy cansada, sabio enano, de ser un hada buena y no recibir nunca una muestra de cariño sincero”- dijo el hada buena con su carita mojada. – “Necesito que alguien me abrace!” – y rompió de nuevo a llorar.

– “Ehem, ehem” – murmuro el enano, observando como se iba formando un charco de lagrimas a los pies de Sephrenia. “Debes de aprender a distinguir mejor para quienes haces buenas obras, pequeña hada. No tienes por que hacerlas para todo el mundo”.

Nuestra hada buena continuo llorando y llorando, y el charco a sus pies se hacia mas y mas grande. En esto que unos pajaritos del bosque oyeron los sollozos provenientes de la torre y se acercaron a curiosear. Al ver que se trataba de un hada buena y el charco de lagrimas a sus pies no pudieron resistirse a la tentación de acercarse y beber. Apenas probaron las lagrimas los pajaritos se convirtieron en hermosos niños y niñas y abrazaron todos al unisono a Sephrenia, quien sorprendida transmutó sus lagrimas en risas de alegría.

El hada buena cayo entonces en la cuenta de que apenas unas horas antes había menospreciado al periquito de plumas verdes y azules, quien tan solo había querido consolarla cuando…

-“Dejame beber una de tus lagrimas” – se oyó decir. Todos volvieron sus miradas hacia la ventana de la torre, y allí estaba el periquito de plumas verdes y azules.

-“Por favor perico, perdóname por menospreciarte esta mañana. Puedes beber una de mis lagrimas” – dijo Sephrenia saltándosele  una ultima lagrima de sus ojos.

El periquito se acerco volando a la mejilla de Sephrenia y bebió su lagrima de refrescante néctar. Ante la expectación de todos el periquito se convirtió en un alto y apuesto joven.

-“Ohhhh” –exclamo excitada Sephrenia –“pero si tu eres el príncipe de Beukelaer! “ – Y el príncipe la abrazo tiernamente y le susurro cosas bonitas al oído.

De esta manera Sephrenia y el príncipe de Beukelaer, quien había sido hechizado por la bruja Averia , se conocieron y desde aquel día estuvieron siempre juntos, fueron felices y comieron galletas de chocolate acompañadas de buenos tazones de leche con ColaCao.

Y colorin colorado, este cuento se ha acabado.

Fin

Leprechaun


Un leprechaun o lepracaun (Irlandés: leipreachán) es un tipo de duende o ser feérico —criatura de naturaleza dual: material y espiritual— masculino que habita en la isla de Irlanda. Los leprechauns son criaturas que pertenecen al folclore y a la mitología irlandesa, y se dice que habitan en Irlanda junto a todas las criaturas feéricas, los Tuatha Dé Danann y las otras gentes legendarias desde antes de la llegada de los celtas.

Los leprechauns y otras criaturas de la mitología irlandesa suelen estar asociados con «fuertes de hadas» o «anillos de hadas», que a menudo suelen ser lugares donde se encuentran antiguos -celtas o anteriores a estos- drumlins o movimientos de tierra.
Normalmente adoptan la forma de hombres viejos que disfrutan realizando travesuras. Su oficio es el de fabricar o arreglar zapatos. Se dice que son muy ricos, ya que custodian muchas vasijas de barro llenas de tesoros que fueron enterradas en periodos de guerra. Según la leyenda, si alguien logra fijar la mirada sobre un leprechaun, este no puede escapar, pero en el momento en que se retira la mirada, desaparece.
De Wikipedia, la enciclopedia libre

Leprechaun
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Dibujo de un leprechaun.
Un cuento típico empieza con un viajero que sigue el débil sonido de un martillo, proveniente de un espeso bosque. Cuando el leprechaun ve que le han descubierto, suele mostrarse amable hasta que su visitante le pide que le diga dónde esconde el oro. Entonces puede agarrar un berrinche tremendo, niega tener oro y señala un imaginario enjambre de abejas o un árbol a punto de desplomarse, o hace lo que sea para distraer a su captor. En el mismo instante en que el humano le quita los ojos de encima, el leprechaun se esfuma. Si falla este truco, le quedan aún muchos recursos. Por ejemplo, puede volverse sorprendentemente generoso y, en un abrir y cerrar de ojos, comprar su libertad con una bolsa repleta de monedas de oro. Pero cuando los leprechaun los rocían con el oro, es mejor no endeudarse demasiado pronto, pues su regalo se convierte enseguida en cenizas o desaparece por completo.

El granjero y el Leprechaun

Este cuento típico sobre el ingenio del leprechaun se ha contado en Irlanda durante generaciones:

Un Leprechaun contando su oro hacia 1900.

Un granjero se encontraba trabajando en sus tierras cuando descubrió por casualidad a un hombrecillo que se escondía bajo una hoja. Convencido de que se trataba de un leprechaun, el granjero capturó enseguida al hombrecillo en su mano y le preguntó dónde tenía escondido el oro. El leprechaun sólo deseaba que le liberasen, por lo que enseguida le reveló que su tesoro se hallaba oculto debajo de un arbusto cercano. Sin soltar a su diminuto cautivo, el granjero se encaminó hacia el lugar indicado, pero resultó que el arbusto estaba rodeado de otros cientos de arbustos idénticos. Como no tenía a mano ninguna herramienta para cavar, se quitó uno de sus calcetines rojos y lo ató a una rama para marcar el arbusto que el leprechaun le había señalado. Cuando se dirigía a su casa en busca de una pala, el leprechaun le señaló que ya no necesitaba sus servicios para nada y le pidió que le liberara. El granjero accedió, pero no sin antes hacerle prometer que no iría a quitar el calcetín ni a llevarse el oro. Buena idea… pero no resultó como esperaba. Cuando el granjero regresó al campo a los pocos minutos, ¡todos los arbustos estaban marcados con calcetines rojos idénticos!.

La gente suele decir que los leprechauns son muy pequeñitos, pero el corazón que albergan es enorme.