Archivo de la categoría: Reflexiones y cuentos para el alma
El niño interior
A veces nos invade una sensación de tristeza que no logramos controlar.
Percibimos que el instante mágico de aquel día pasó y que nada hicimos. Entonces la vida esconde su magia y su arte.
Tenemos que escuchar al niño que fuimos un día y que todavía existe dentro de nosotros. Ese niño entiende de momentos mágicos. Podemos reprimir su llanto, pero no podemos acallar su voz. Ese niño que fuimos un día continúa presente.
Bienaventurados los pequeños, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Si no nacemos de nuevo, si no volvemos a mirar la vida con la inocencia y el entusiasmo de la infancia, no tiene sentido seguir viviendo.
Existen muchas maneras de suicidarse. Los que tratan de matar el cuerpo ofenden la ley de Dios. Los que tratan de matar el alma
también ofenden la ley de Dios, aunque su crimen sea menos visible a los ojos del hombre.
Prestemos atención a lo que nos dice el niño que tenemos guardado en el pecho. No nos avergoncemos por causa de él. No dejemos que sufra miedo, porque está solo y casi nunca se le escucha.
Permitamos que tome un poco las riendas de nuestra existencia. Ese niño sabe que un día es diferente a otro.
Hagamos que se vuelva a sentir amado. Hagamos que se sienta bien, aunque eso signifique obrar de una manera a la que no estamos acostumbrados, aunque parezca estupidez a los ojos de los demás.
Recuerden que la sabiduría de los hombres es locura ante Dios. Si escuchamos al niño que tenemos en el alma, nuestros ojos volverán a brillar.
Si no perdemos el contacto con ese niño, no perderemos el contacto con la vida…
Paulo Coelho
La Mariposa Azul
Había un viudo que vivía con sus dos hijas curiosas e inteligentes. Las niñas siempre hacían muchas preguntas. A
algunas de ellas, él sabía responder, a otras no…

¿Qué nos impide hablar en el lenguaje del Amor?
Irresponsablemente caemos con frecuencia en ciertas actitudes que sólo nos complican y dificultan la comunicación.
Si realmente queremos aprender a hablar con el lenguaje del Amor, será mejor que comencemos a pensar muy seriamente en renunciar a varias cosas.
No reacciones intempestivamente
Tal vez el verdadero motivo de la reacción que experimentas sea originado por situaciones antiguas que ya han quedado en el pasado, pero que al recordarlas, consciente o inconscientemente, anulas a la otra persona.
Hay modas que a veces no son buenas, la de reaccionar intempestivamente es una de ellas.
Evita a toda costa el uso de expresiones ofensivas
Mejor no las uses, ni con los demás, ni contigo mismo, en ningún momento.
Con esas frases «devastadoras» que tan hábilmente usas, y que sabes que llegan a la herida de la otra persona, a quien en realidad dañas, es a ti mismo.
No interrumpas la comunicación
Abandonar abruptamente una conversación, es una manera de manifestar violencia en contra de la otra persona. Con los monólogos sucede lo mismo.
En el fondo, sólo se quiere tener «la última palabra», anulando la perspectiva y argumentos de la otra persona, por lo que se toma la ruta fácil de suspender la conversación evitando encarar lo que atenta contra nuestro poder, menospreciando al otro con nuestra huida. Con esa actitud, sólo logramos quedarnos solos.
No vale la pena sermonear
Sermonear sólo es una forma de persecución que agrede al otro, obligándolo a que te escuche, manipulando la conversación y haciendo que se comporte como tú deseas.
Es inútil regodearse en el pasado
Retomar rencillas o heridas del pasado para discutir sobre el incidente actual, no permite que sanen las lesiones de ninguna relación, el mejor instrumento para mantener una comunicación pulcra, es el perdón.
Despídete de la ironía y el sarcasmo
El uso de frases irónico-sarcásticas no sólo reviste de agresividad lo que se quiere decir, sino que hace que la comunicación se transforme en violenta.
¿Necesitas tener siempre la razón?
Luchar por «tener la razón» es luchar por tener el poder en la conversación, lo cual te aleja de los demás, pues «ganar la pelea» por medio de la razón no te hará feliz.
Evita las justificaciones
«Explicación no pedida, acusación manifiesta», dice el viejo refrán.
Hacer aclaraciones que no se han solicitado, demuestra que te estás sintiendo atacado, por lo que te defiendes «a priori» en una reacción que es producto del miedo y la rabia.
Abstente de censurar los sentimientos ajenos
Si respetas los sentimientos de los demás, compartiendo los propios y explorando lo que yace en el fondo, podrás conocer un poco mejor a la otra persona, entenderla y brindarle tu apoyo.
¡Nadie es infalible, ni tú!
No es necesario levantar la voz
El amor nunca grita, por el contrario, susurra.
Generalmente no nos damos cuenta, pero cada vez que hablamos a gritos, estamos agrediendo a nuestro interlocutor.
¿Para qué disfrazar mensajes?
Es mejor hablar con claridad, transparencia y verdad. Expresarse mediante «indirectas» verbales o no, no conduce a nada.
Discutir es un sano intercambio de opiniones, no un pleito verbal.
Detrás de toda discusión que se ha hecho repetitiva, generalmente se esconde un motivo totalmente distinto al que aparentemente generó la discusión, pero del cual no se expresó nada en el momento adecuado, y resulta evidente que aún quedaron cosas por decir.
Deja de acumular quejas, ofensas y resentimientos
Si algo te ha molestado de la otra persona, háblalo en su momento, o hazlo a la brevedad posible, si hacerlo en el momento fuera inapropiado, pero no acumules motivos para discutir algo haciendo que la situación se complique.
Olvídate de siempre ganar las discusiones
Cuando se gana una discusión, casi sistemáticamente pierdes mucho más de lo que puedes imaginarte.
Renuncia a inferir amenazas o sembrar culpas
Al amenazar o culpabilizar a los demás, sólo juegas con sus emociones, lo cual aprovechas en beneficio de tu ego, alimentándolo, sin darte cuenta que después, tu propio ego crecido se convertirá en tu peor enemigo.
No cedas a la tentación de asumir cosas y hacer suposiciones
Generalmente las dudas nos hacen asumir o suponer aquello que no entendemos, y muchas cosas simplemente las damos «por hecho».
Es preferible preguntar y aclarar las cosas para así tener certeza en lo que digas o hagas.
Mantén la discreción de tus discusiones
No es necesario involucrar a terceras personas en una discusión, ni buscar que otros intercedan por ti o que se conviertan en tus defensores.
Como resultado de cualquiera de estas actitudes, la comunicación se dificulta, lo cual acaba por separarnos de los demás, y consecuentemente, del amor.
Absolutamente todas y cada una de las personas que encontramos en nuestra vida representa una valiosa oportunidad de aprender algo.
Seguramente hay alguien en tu vida con quien te resulta particularmente difícil relacionarte. Tómalo como tu maestro, porque esa persona en realidad te muestra hasta dónde llega tu amor, te muestra tu verdadero límite para amar a alguien.
Sin excepción, todas las personas, incluyéndote, dan o piden amor en cada situación de sus vidas. Cada estímulo de agresión que recibas, míralo como una imploración de amor por parte del «agresor» y responde ante dicho estímulo con amorosa comprensión.
Recuerda que cada vez que te «defiendes» con un ataque, a quien en realidad agredes es ¡a ti mismo!
Perdonar es ver la vida de otra manera, es verla desde el corazón, no desde la razón. Puedes pasarte la vida esperando que los demás cambien, y seguirás esperando, y los demás no cambiarán.
Sólo basta intentar algo muy sencillo.
Descubre lo que la otra persona siente. Identifica la causa de su emoción. Encuentra a dónde quiere en realidad llegar. Permite que el otro exprese lo que siente. No dejes añejar los problemas. Pregunta.
Como humanos, nuestra misión es volver al amor. Volver a ser mensajeros del amor.
Provocar amor a nuestro alrededor.
No te permitas contaminarte de la ausencia del amor, que es donde se instala el miedo.
El mundo entero es un eco: sólo repite lo que tú dices.
Es un espejo: refleja tu propia imagen.
Es un boomerang: te devuelve lo que le has enviado.
Tú puedes decidir lo que quieres oír, lo que quieres ver, lo que quieres recibir.
Eso si realmente lo quieres.
Tomado de: Diario El Carabobeño. Revista Paréntesis
el mejor video de tu vida…
espero te guste y lo disfrutes!!
Su
El Amor
Dijo Almitra: Háblanos del Amor.
Y él levantó la cabeza, miró a la gente y una quietud descendió sobre todos. Entonces, dijo con gran voz:
Cuando el amor os llame, seguidlo. Y cuando su camino sea duro y difícil. Y cuando sus alas os envuelvan, entregaos. Aunque la espada entre ellas escondida os hiriera. Y cuando os hable, creed en él. Aunque su voz destroce vuestros sueños, tal cómo el viento norte devasta los jardines. Porque, así como el amor os corona, así os crucifica. Así como os acrece, así os poda. Así como asciende a lo más alto y acaricia vuestras más tiernas ramas, que se estremecen bajo el sol, así descenderá hasta vuestras raíces y las sacudirá en un abrazo con la tierra.
Como trigo en gavillas él os une a vosotros mismos. Os desgarra para desnudaros. Os cierne, para libraros de vuestras coberturas. Os pulveriza hasta volveros blancos. Os amasa, hasta que estéis flexibles y dóciles. Y os asigna luego a su fuego sagrado, para que podáis convertiros en sagrado pan para la fiesta sagrada de Dios.
Todo esto hará el amor en vosotros para que podáis conocer los secretos de vuestro corazón y convertiros, por ese conocimiento, en un fragmento del corazón de la Vida. Pero si, en vuestro miedo, buscareis solamente la paz y el placer del amor, entonces, es mejor que cubráis vuestra desnudez y os alejéis de sus umbrales. Hacia un mundo sin primaveras donde reiréis, pero no con toda vuestra risa, y lloraréis, pero no con todas vuestras lágrimas.
El amor no da nada más a sí mismo y no toma nada más que de sí mismo. El amor no posee ni es poseído. Porque el amor es suficiente para el amor. Cuando améis no debéis decir: «Dios está en mi corazón», sino más bien: «Yo estoy en el corazón de Dios.» Y pensad que no podéis dirigir el curso del amor porque él si os encuentra dignos, dirigirá vuestro curso.
El amor no tiene otro deseo que el de realizarse. Pero, si amáis y debe la necesidad tener deseos, que vuestros deseos sean éstos: Fundirse y ser como un arroyo que canta su melodía a la noche. Saber del dolor de la demasiada ternura. Ser herido por nuestro propio conocimiento del amor. Y sangrar voluntaria y alegremente. Despertarse al amanecer con un alado corazón y dar gracias por otro día de amor. Descansar al mediodía y meditar el éxtasis de amar. Volver al hogar con gratitud en el atardecer. Y dormir con una plegaria por el amado en el corazón y una canción de alabanza en los labios.
Khalil Gibran
Extraído del libro «El Profeta»
Apasionate…!
El sueño de nadie más debe ser más apasionante que el tuyo.
Apasiónate por tu TALENTO.
Aunque te critiquen e insistan o escojan para ti realizar otras cosas, más «convenientes»
Apasiónate más por el VIAJE que por la llegada a tu destino el primero está garantizado …
Apasiónate por tu CUERPO
Aunque esté fuera de forma, pues de “cualquier manera» él es la única cosa que realmente posees.
Desapasiónate de tus miedos… Ellos minan tu alegría de vivir.
Apasiónate por tus RECUERDOS más memorables.
Nadie podrá sacarlos de tu memoria ellos son excelentes fuentes de inspiración en momentos de dolor.
Apasiónate por aquellas “TONTERIAS SALUDABLES” que pasan por tu mente entre uno y otro momento de estrés.
¡Ellas ayudan a sobrevivir!
Apasiónate por el SOL, él es fiel, gratuito, y está completamente disponible a darte su calor.
Apasiónate por ALGUIEN, no esperes a que alguien se apasione antes por ti, sólo por comodidad y seguridad.
Apasiónate por tu PROYECTO DE VIDA, créelo, no hagas esto de dos, es sólo tuyo.
Apasiónate por el BAILE DE LA VIDA que está siempre en movimiento dentro de la gente, sólo que, por temor no terminamos de aprisionarlo dentro de nosotros.
Apasiónate más por el SIGNIFICADO de las cosas que quieres conquistar, más que por su valor material.
Apasiónate por tus IDEAS, aunque te hayan dicho que ellas no sirven para nada.
Apasiónate por tus FORTALEZAS, aunque tus debilidades insistan en quedar fijas en tu memoria
Apasiónate por la IDEA de ser verdaderamente FELIZ.
La felicidad se encuentra de sobra en las minas de tus recursos interiores.
Apasiónate por la música que puedes ser para alguien…
Apasiónate por SER HUMANO!
¡Apasiónate definitivamente por TÍ!
¡APASIONATE RÁPIDO! EL PODER DE DECISIÓN SÓLO TE PERTENCE A TÍ!

El cuento de Latif
Latif era el pordiosero más pobre de la aldea. Cada noche dormía en el zaguán de una casa diferente, frente a la plaza central del pueblo.
Cada día se recostaba debajo de un árbol distinto, con la mano extendida y la mirada perdida en sus pensamientos. Cada tarde comía de la limosna o de los mendrugos que alguna persona caritativa le acercaba.
Sin embargo, a pesar de su aspecto y de la forma de pasar sus dias, Latif era considerado por todos, el hombre más sabio del pueblo, quizás no tanto por su inteligencia, sino por todo aquello que había vivido.
Una mañana soleada el rey en persona apareció en la plaza. Rodeado de guardias caminaba entre los puestos de frutas y baratijas buscando nada.
Riéndose de los mercaderes y de los compradores, casi tropezó con Latif, que dormitaba a la sombra de una encina. Alguien le contó que estaba frente al más pobre de sus súbditos, pero también frente a uno de los hombres más respetados por su sabiduría.
El rey, divertido, se acercó al mendigo y le dijo:
– “Si me contestas una pregunta te doy esta moneda de oro.”
Latif lo miró, casi despectivamente, y le dijo:
– “Puedes quedarte con tu moneda, para qué la querría yo? ¿Cuál es tu pregunta?
Y el rey se sintió desafiado por la respuesta y en lugar de una pregunta banal, se despachó con una cuestión que hacía días lo angustiaba y que no podía resolver. Un problema de bienes y recursos que sus analistas no habían podido solucionar.
La repuesta de Latif fue justa y creativa.
El rey se sorprendió; dejó su moneda a los pies del mendigo y siguió su camino por el mercado, meditando sobre lo sucedido.
Al día siguiente el rey volvió a aparecer en el mercado. Ya no paseaba entre los mercaderes, fue directo a donde Lafit descansaba, esta vez bajo un olivar. Otra vez el rey hizo una pregunta y otra vez Latif la respondió rápida y sabiamente. El soberano volvió a sorprenderse de tanta lucidez. Con humildad se quitó las sandalias y se sentó en el suelo frente a Latif.
– “Latif te necesito,” le dijo. “Estoy agobiado por las decisiones que como rey debo tomar. No quiero perjudicar a mi pueblo y tampoco ser un mal soberano. Te pido que vengas al palacio y seas mi asesor. Te prometo que no te faltara nada, que serás respetado y que podrás partir cuando quieras… por favor.”
Por compasión, por servicio o por sorpresa, el caso es que Latif, después de pensar unos minutos, aceptó la propuesta del rey.
Esa misma tarde llegó Latif al palacio, en donde inmediatamente le fue asignado un lujoso cuarto a escasos doscientos metros de la alcoba real.
En la habitación, una tina de esencias y con agua tibia lo esperaba.
Durante las siguientes semanas las consultas del rey se hicieron habituales.
Todos los días, a la mañana y a la tarde, el monarca mandaba llamar a su nuevo asesor para consultarle sobre los problemas del reino, sobre su propia vida o sobre sus dudas espirituales.
Latif siempre contestaba con claridad y precisión.
El recién llegado se transformó en el interlocutor favorito del rey. A los tres meses de su estancia ya no había medida, decisión o fallo que el monarca no consultara con su preciado asesor.
Obviamente esto desencadenó los celos de todos los cortesanos que veían en el mendigo-consultor una amenaza para su propia influencia y un perjuicio para sus intereses materiales.
Un día todos los demás asesores pidieron audiencia con el rey. Muy circunspectos y con gravedad le dijeron.
– “Tu amigo Latif, como tú llamas, está conspirando para derrocarte.”
– “No puede ser” dijo el rey. “No lo creo.”
– “Puedes confirmarlo con tus propios ojos,” dijeron todos. “Cada tarde a eso de las cinco, Latif se escabulle del palacio hasta el ala Sur y en un cuarto oculto se reúne a escondidas, no sabemos con quién. Le hemos preguntado a dónde iba alguna de esas tardes y ha contestado con evasivas. Esa actitud terminó de alertarnos sobre su conspiración.”
El rey se sintió defraudado y dolido. Debía confirmar esas versiones.
Esa tarde a las cinco, aguardaba oculto en el recodo de una escalera.
Desde allí vio cómo, en efecto, Latif llegaba a la puerta, miraba hacia los lados y con la llave que colgaba de su cuello abría la puerta de madera y se escabullía sigilosamente dentro del cuarto.
– “Lo visteis” gritaron los cortesanos, “lo visteis?”
Seguido de su guardia personal el monarca golpeó la puerta.
– “¿Quién es?” dijo Latif desde adentro.
– “Soy yo, el rey,” dijo el soberano. “Ábreme la puerta.”
Latif abrió la puerta.
No había nadie allí, salvo Latif.
Ninguna puerta, o ventana, ninguna puerta secreta, ningún mueble que permitiera ocultar a alguien.
Sólo había en el piso un plato de madera desgastado, en un rincón una vara de caminante y en el centro de la pieza una túnica raída colgando de un gancho en el techo.
– “¿Estás conspirando contra mi Latif?” pregunto el rey.
– “¿Cómo se te ocurre, majestad?” contesto Latif. “De ninguna forma, ¿por qué lo haría?”
– “Pero vienes aquí cada tarde en secreto. ¿Qué es lo que buscas si no te ves con nadie? ¿Para qué vienes a este cuchitril a escondidas?”
Latif sonrió y se acercó a la túnica rotosa que pendía del techo. La acarició y le dijo al rey:
– “Hace sólo seis meses cuando llegué, lo único que tenía eran esta túnica, este plato y esta vara de madera” dijo Latif. “Ahora me siento tan cómodo en la ropa que visto, es tan confortable la cama en la que duermo, es tan halagador el respeto que me das y tan fascinante el poder que regala mi lugar a tu lado… que vengo cada día para estar seguro de no olvidarme de QUIÉN SOY Y DE DÓNDE VINE”.
ASÍ ES:
NUNCA DEBEMOS OLVIDAR QUIENES SOMOS Y DE DONDE VENIMOS, LA VIDA DA MUCHAS VUELTAS Y PODEMOS REGRESAR SIEMPRE AL MISMO LUGAR!!
Jorge Bucay
Amistad
Deja que el tiempo siga su curso, nutre tu corazón de amor, brinda tus cualidades a aquellos que se acerquen a ti, que el perdón sea la almohada que te brinda el descanso diario y que la esperanza sea la sábana que te arrope cada noche, y verás que muy pronto el arco iris brillará en todo su esplendor y al mirar atrás sólo verás que una piedra en la carretera de la vida, te hizo crecer aun más como lo que eres…
¡ Un ser especial ¡
«Deberíamos usar el pasado como un trampolín y no como sofá»
Harrold MacMillan /1894-1986